Él había prometido decirme toda su verdad y así lo hizo, pasamos toda la tarde hablando con sinceridad acerca de lo que sentíamos. Trató de ser cauteloso cuando debía contar detalles delicados de aquella relación clandestina, pero no omitió ningún detalle.
De la misma forma lo hice yo también, le confesé desde el día uno en que mis sentimientos hacia él crecieron y sin volver a contienda, me sinceré desahogando el dolor que me había provocado.
No fue una conversación fácil, ambos nos deteníamos e intentábamos calmar nuestro llanto; pero a pesar de ello había resultado sanadora. De cierta manera, haber tenido esa conversación fue útil para dejar expuestos nuestros sentimientos y ser lo suficientemente conscientes de todo ello.
No obstante el camino que debíamos seguir aún era muy largo.
Armando, como ahora insistía que lo llamara; había estado conmigo desde su llegada a Cartagena. Me visitaba en mi dormitorio y me preguntaba cómo estaba, el día de hoy, era uno de esos en los que doña Catalina y yo no teníamos compromisos sino hasta la noche cuando habría un pequeño evento, por lo que aproveché para hacer la visita con el médico que había pospuesto algunos días.
Justo esa mañana, Armando se apareció en mi habitación para llevarme a la clínica donde me realizarían el ultrasonido y dónde sabríamos más sobre el estado de "nuestro bebé".
∆
En la clínica, el médico se encargó de realizar el ultrasonido y permitirnos además escuchar el corazón del bebé. Fue algo sorprendente; había vida dentro de mí, creciendo poco a poco, existiendo a la par que yo lo hacía.
Era una sensación extraña, una parte de mí se sentía inmensamente feliz de escuchar ese pequeño corazón latir con fuerza; sin embargo aún dentro de mi sentía miedo de enfrentarme a todo lo que había dejado en Bogotá. No obstante a veces prefería no pensar en ello y simplemente disfrutar del momento.
Lo vi lagrimear y besar una de mis manos que sujetaba mientras yo estaba recostada —nuestro bebé —musitó con dulzura.
Le sonreí nerviosa, aún me costaba asimilar ese tipo de interacción que tenía conmigo; había muchas cosas que me impedían si quiera decirle una palabra, y él lo sabía. Se daba cuenta de mi incomodidad y se alejaba, sin embargo esa ocasión solo le sonreí dejando que poco a poco las emociones me embargaran.
El doctor nos había dejado solos un momento en lo que yo me vestía.
—La espero afuera para que termine de vestirse —susurró cuando el médico salió.
—Gracias —respondí y procedí a vestirme. Tal como había dicho, se encontraba afuera esperándome.
—El médico me ha entregado una copia del ultrasonido —mencionó sonriéndome.
—La guardaré en mi bolso —comenté estirando mi brazo para tomar la fotografía.
Comenzamos a caminar por la clínica hasta llegar a la entrada — ¿Qué quiere almorzar Beatriz? Vi un restaurante por aquí cerca cuando veníamos.
—Lo que sea está bien —respondí con simpleza; en ocasiones me costaba admitir su presencia al lado mío, pues me producía cierta incomodidad.
—Betty, yo... —titubeó nervioso— yo quería agradecerle que me haya permitido acompañarla.
—Este bebé también es suyo —le contesté con calma— es correcto que sepa de su estado.
Él me sonrió de una manera triste, como si esperara de mí otra respuesta; no obstante aún me costaba ser de otra manera, por más que lo intentara tenía miedo y desconfianza.
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Betty la fea: One Shot
FanfictionHistorias cortas y universos alternos de la novela Yo soy Betty, la fea.