El silencio se apoderaba de aquella mañana en la habitación del nuevo matrimonio conformado por Armando y Beatriz, la habitación aún estaba oscura, siendo los débiles rayos de la mañana los que se escapaban por la cortina y caían directo a la cama.
Armando abrió los ojos con pesadez, ambos habían dormido muy poco la noche anterior y el cansancio le comenzaba a cobrar factura al intentar despertar, sin embargo lo logró. A su lado, Beatriz dormía plácidamente; un mechón de su cabello le cubría la mitad del rostro y Armando decidió apartarlo de él para contemplarla mejor.
No obstante, aquel delicado movimiento hizo despertar a la doctora, sonrió cansada y hundió su rostro en la almohada con ternura.
—Buenos días —dijo Beatriz con la voz átona.—Buenos días —respondió él dejando un beso en su sien.
El beso la hizo sonreír con los ojos cerrados —amo despertar contigo de esta manera —dijo arrullandose en el pecho desnudo de Armando.
Amando la rodeó con sus brazos sintiendo su cálido cuerpo contra el suyo —no quiero apartarme ni un segundo de tu lado.
Otra sonrisa se enmarcó en el rostro de la doctora, abrió nuevamente sus ojos y lo contempló desde su altura. Su cabello desordenado caía sobre su frente y sus labios formaban esa sonrisa cansada que tanto amaba ver en las mañanas; amaba recibir sus besos muy temprano y sentir su calor compaginar con el suyo.
Refugiarse en su pecho le daba ese calor y seguridad que tanto deseaba, sabía que ahí los problemas no importaban, podía pasar días completos apreciando aquel torso que se hinchaba en cada respiración o escuchar los latidos de su corazón que le provocaba siempre caer en un sueño profundo.
Beatriz estaba plena, era feliz al lado del hombre que amaba, con el que deseaba vivir y compartir cada instante de su vida; además estaba completamente segura que él resguardaba los mismos sentimientos hacia ella.
Armando abrió los ojos para darse cuenta de aquellos ojos almendrados que no le perdían la vista —¿Qué pasa mi amor? —preguntó confundido.
—Solo veía lo perfecto que eres —sonrió enrojecida y acercó sus labios a los de él.
El beso que comenzó como un solo y tierno beso, se transformó en uno más acalorado; Beatriz giró su cuerpo de tal manera que quedó encima de Armando compactando sus pechos en el torso de Armando, el en cambio soltó una risa ladina ante la acción de esposa.
—¿Acaso quieres repetir lo de anoche? —sonrió contra sus labios. Sus manos descendieron hasta el inicio de sus glúteos.
—Quiero repetirlo todos los días de mi vida —replicó Beatriz en una sonrisa juguetona antes de volver a besarla, esta vez la intensidad aumentó mientras que Beatriz se alineaba en su centro.
Comenzaron a juguetear entre besos y caricias cuando algo muy extraño comenzó a pasar; Armando besaba el cuello de Beatriz en el momento que una sensación desagradable se produjo en la garganta de la economista. Rápidamente se apartó de él poniendo distancia con sus brazos.
—¿¡Qué pasa!? —preguntó Armando confundido y asustado.
—No me siento bien —respondió con un semblante débil antes de correr hacia el baño.
Abrió la puerta con desespero y lo último que pudo escucharse fueron las arcadas sonoras desde el baño.
—¿¡Beatriz estás bien!? —la siguió Armando después de unos segundos— mi amor, ¿llamo al doctor?Pasaron algunos minutos después hasta que las arcadas dejaron de escucharse, seguido de ello el sonido de la cadena sacó de los fatídicos pensamientos a Armando.
—No es necesario, ya estoy bien —respondió Betty con la voz adolorida.
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Betty la fea: One Shot
FanficHistorias cortas y universos alternos de la novela Yo soy Betty, la fea.