30. El del segundo bebé

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Era un jueves por la tarde, el cielo se había pintado de colores cálidos y los rayos del sol se volvían cada vez más tenues. Esa tarde como buena costumbre; Armando jugaba con su hija algunos juegos de mesa, en ocasiones los acompañaba su madre pero que tras el avanzado estado de embarazo se sentía cada vez más cansada.

— ¡Te gané! —dijo la pequeña al conectar cuatro fichas en una línea.

—Exijo la revancha señorita, esto no me pareció un juego limpio —protestó en broma— pusiste una ficha de más cuando salí al baño.

—No papá —Se puso de pie y caminó a lado suyo— yo jugué bien y te lo demostraré —espetó.

Beatriz se hizo presente en la habitación, sus mejillas estaban rojas y se llevaba las manos al vientre con frecuencia —¿Qué hacen? —preguntó buscando el sillón de la habitación de su hija.

—Le ganaba a papá en el conecta cuatro, pero él no acepta la derrota

Armando se paró con rapidez para ayudarle a sentarse, ella se lo agradeció con una sonrisa cansada y tomó la mochila de Camila que descansaba sobre el suelo.

—Entonces me tendré que quedar como jurado —inquirió Beatriz mirando a ambos— pero no sin antes ver que hayas hecho tus deberes.

Dijo lo último a su pequeña hija, mientras sacaba de su mochila la libreta de tareas.

—No te preocupes por eso Betty, yo me he encargado de que haya cumplido con todo —aclaró Armando.

— ¿Seguro que hicieron todo? —preguntó dudosa.

—Si mami, hicimos todas las tareas —afirmó Camila.

Beatriz revisó la lista de tareas de ese día y al ver una en particular, alzó su vista por la habitación de su hija en búsqueda de la maqueta que estaba anotada en la libreta.

— ¿Y la maqueta sobre la primavera? —preguntó a los muy confiados Armando y Camila, que para ese momento reordenaban el juego de mesa.

—Descuida, eso es para el dieciocho —contestó Armando en un tono despreocupado.

—Y hoy es diecisiete.

—Claro que no mi vida, tú te estas confundiendo —volvió a afirmar.

—Camila, ¿puedes traer el calendario a papá? esta sobre la mesita de noche en nuestra habitación —indicó a su hija quien rápidamente acudió a su petición.

—Mi amor, si yo mismo he hecho las tareas con Camila, no pude haberme confundido —seguía firme en su postura— es más, que nazca el bebé hoy mismo si me confundí —dijo lo último con demasiado valor.

Los ojos de Beatriz se abrieron con asombro ante tal afirmación, y seguido de ello una risa burlona —ten cuidado con lo pides Armando.

Camila apareció unos segundos después con el calendario en sus manos; Armando lo tomó y una expresión incrédula se formó en su rostro.

— ¿Qué pasa mi amor? —preguntó con esa risa burlona que no se había esfumado de su rostro.

Una sonrisa nerviosa se dibujó en sus labios mientras tomaba asiento en una de las sillas —que el bebé nazca cuando tenga que hacerlo mi vida.

—Bueno monstris, pero tampoco es como que vaya a suceder —trató de relajar esos nervios que se colaban en la frente de su marido en forma de arrugas. Se puso de pie y caminó hasta estar cerca de él, justo a su lado, colocó sus manos sobre sus hombros y comenzó a darle un pequeño masaje.

—Cierto, cierto —repitió Armando entrando en razón a su imaginación tan volátil.

—Será mejor que acompañes a tu hija a comprar el material —dijo antes de besar la mejilla de su marido.

Betty la fea: One Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora