Las pequeñas cosas que hacen especiales los momentos más banales y comunes de la vida, cargados de tranquilidad y satisfacción. Las pequeñas cosas, como una mirada o una sonrisa que embellece un día ajetreado; convirtiendo el dolor en amor, calmando las aguas de la vertiginosa vida.
Beatriz y Armando comenzaban a conocerse de esa nueva manera; dos personas muy distintas a las que fueron años atrás, sin mentiras ni dobles intenciones, tan solo dos amantes libres.
Esa tarde en específico decidieron escaparse de aquellas acosantes visitas de sofá, escogiendo un parque cercano al apartamento de Armando; era un perfecto lugar para hacer un picnic. Estaba rodeado de frondosos árboles que murmullaban por el viento y pastos verdes que creaban un contraste divino con la sábana de cuadros dónde estaban recostados.
A los ojos de cualquiera, solo verían a una pareja recostada sobre el césped observando el movimiento de las hojas de los árboles; pero para ellos formaba parte de esas pequeñas cosas que vuelven más placentera la vida.
— ¿Betty? —preguntó girando su cabeza hacia ella, para observarla como iba cerrando los ojos lentamente. Sonrío al instante y con ternura rosó uno de sus dedos sobre su mejilla, haciéndola despertar de su trance.
Ella sonrió devuelta, algo avergonzada rió antes de sentarse. — ¿Me hablaste?
—Bueno... —ahora era él quién sentía vergüenza por preguntar aquello que surgió desde la más inocente duda— lo que pasa es que me puse a pensar en nosotros y en nuestra historia...
—Armando, ya te he dicho que no tienes porque sentirte culpable... —interrumpió Betty
—No Betty, no quiero hablarte del engaño ni nada de eso—se apresuró a decir moviendo las manos en señal de negación.
Ella guardó silencio y lo miró con atención, en verdad pensaba que Armando estaría de nuevo agobiado por la culpa, pero la respuesta de el provocó desconcierto.
—Entonces, ¿Qué es? —preguntó acomodándose las gafas.
Sonrío avergonzado, era como un adolescente enamorado; el cual no sabe con exactitud que hacer con sus emociones. Bajó el rostro ocultando su sonrisa y de inmediato la subió hasta posarse sobre aquellos ojos almendrados que le habían robado el alma.
— ¿Quería saber cómo te enamoraste de mí? —no pudo evitar reírse ante su propia pregunta, ya sea por vergüenza o porque la pregunta en si le parecía algo ridicula de hacer. Sin embargo, dentro suyo había algo que lo instaba a preguntar.
—Sé que no tengo el mejor carácter, y que no te trate de la manera en que merecías —sintió verdadera vergüenza al recordar a ese viejo hombre— y bueno, me conociste siendo todo un mujeriego.
El silencio se volvió más largo por parte de Beatriz, mientras dentro suyo iba escribiendo esa lista de pequeñas cosas que le hacían cada día enamorarse más del hombre que tenía enfrente. Entonces le sonrió genuinamente.
—Porque ví más allá —respondió con calma— las pequeñas cosas que hacías, la forma en la que me defendías, fue dejándome ver al hombre justo que había dentro de ti; a aquel que amaba su empresa y quería lo mejor para ella. Y quizás al principio jugó un gran papel todas esas fantasías y expectativas que ocurrían en mi mente; el tiempo solo fue revelando la verdadera razón por la que me enamoré.
Aquellas palabras llegaron hasta su corazón, provocando en sus labios una sonrisa honesta. Su corazón estaba sanando con ella, descubriendo a su paso lo que verdaderamente era importante, lo que quitaba del camino las manchas borrosas para dejar ver a ese hombre que ella había descrito en palabras.
—Te amo —respondió con el corazón estrujado— y amo cada parte de tí.
Ella devolvió su sonrisa y se atrevió a preguntar — ¿Y qué me dices tú?
Sus miradas se conectaron una vez más, dejando fluir el amor y la sinceridad, transmitiendo más de lo que las palabras pueden hacer.
—Por qué al pasar el tiempo fui descubriendo a la hermosa mujer que eres; lo que le dije a tu papá ese día fue totalmente cierto. Comenzaste a ser mi amiga, mi cómplice y compañera, te volviste tan importante para mí que logré experimentar sentimientos que jamás hubiera tenido con otra persona. Te conocí en cuerpo y alma; como a nadie más he conocido, provocaste en mi a un nuevo ser —pronunció exaltado, sintiendo verdaderamente cada palabra que decía— Quizá debía pasar todo lo que pasó para darme cuenta de lo maravillosa que eres, de lo único que me arrepiento es del dolor que te causé durante el proceso.
—Lo sé —respondió Beatriz con una mirada afligida— fue un proceso muy doloroso, y también lo fue para ti. Pero de lo que estoy segura es que ahora somos diferentes a aquellos del pasado.
La miraba con ternura, con la devoción que se tiene a algo tan preciado. Ella lo miraba con esperanza, con amor, deslumbrada por el futuro a su lado.
Eran las pequeñas cosas, que hacían totalmente mágica una vida.
( ◜‿◝ )♡
Solo una pequeñez en tata falta de inspiración.
Nos leemos...
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Betty la fea: One Shot
FanficHistorias cortas y universos alternos de la novela Yo soy Betty, la fea.