Capítulo 8

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No me di cuenta de que caminábamos hacia mi apartamento hasta que llegamos al espacio de estacionamiento. —Um —dije, señalando mi edificio—. Este es el lugar donde vivo.

—Vamos a subir —dijo NamJoon, caminando hacia las escaleras del apartamento.

—Um —dije de nuevo. Me sentía nerviosa sobre dejarle ver dónde vivía, pero luego me di cuenta de que no importaba. Estaríamos pronto de camino de todos modos.

—Vamos —dijo, haciendo un gesto con los dedos para que lo siguiera—. Te ayudaré a empacar.

Lo seguí al interior del edificio. —¿Hasta cuándo vamos a estar fuera?

—No tengo un límite de tiempo. A menos de que te enamores de mí, entonces tu trasero estará en un avión.

Rodé los ojos. —No va a suceder. Empiezo las clases en dos meses, así que no puedo estar ausente más que eso. —¿Realmente acordaba un largo viaje por carretera con este hombre, este hombre que apenas conocía? Al parecer lo hacía. Tiraba la precaución al viento por el bien de convencerlo para luchar. Pero no podía entender por qué me importaba ni por qué ponía mucho esfuerzo en él.

Abrí la puerta y miré alrededor con cautela. Cuando la gran habitación parecía clara, entré, dejando que NamJoon me siguiera detrás.

—¿Tienes sed? —le pregunté.

—Sí.

—Umm —tarareé, tomando una soda y una lima de la nevera. En lugar de entregarle la soda, la abrí y tomé un vaso del armario junto a la nevera, llenando el vaso con soda.

Llené el vaso con un puñado de limones en rodajas y salí de la cocina, bebiendo mi bebida. A propósito no le conseguí una soda.

Un minuto más tarde, me siguió hasta mi habitación. Noté que sus manos se hallaban vacías. Y entonces me di cuenta de lo grande que parecía en mi dormitorio, un hombre vestido de negro ocupaba más espacio que yo. Aparté los ojos y tragué, moviéndome al armario.

Lancé una maleta en la cama antes de coger algo de ropa interior. La sostuve con fuerza entre ambas manos mientras caminaba hacia la cama. NamJoon se encontraba sentado, no, recostado en mi cama. Se acostó sobre las almohadas y tenía las manos detrás de la cabeza.

—Siéntete como en tu casa —murmuré sarcásticamente.

—Oh, lo hago. No te preocupes.

Me mordí la mejilla y me dirigí a la maleta, tirando de ella hacia el final de la cama. NamJoon, aunque relajado en contra de mis almohadas, me miraba, observando cada uno de mis movimientos. De repente me sentí avergonzada de mi ropa interior. Lo cual era una estupidez. La tiré en mi maleta, tratando de ser indiferente al respecto, mientras recorría mi habitación agarrando cosas adicionales. Cuando me di la vuelta, NamJoon jugaba con mi ropa interior.

—Deja eso. —Aceché hacia él y le di un tirón de su mano.

—Eres una chica bastante básica, ¿no? —preguntó. Algo en la forma en que lo dijo me molestaba. Mi mejor amigo, molestia, se escuchó fuerte y claro.

—No tengo que impresionar a nadie —dije, levantando mi barbilla en desafío.

—No he dicho que lo hicieras. —Su mano se deslizó de nuevo en la maleta antes de que le diera un manotazo fuera—. Pero me sorprende que no tuvieras ni una sola lencería de encaje.

—¿Por qué es importante para ti? No es como que nos vamos a ver de todos modos.

NamJoon levantó una ceja y mis rodillas se debilitaron con la mirada que me dio. —Ya he visto tu ropa interior, Parker. —Lamí mis labios—. Prefiero verla fuera de ti, como en el suelo.

Diez Bajo Cero ➳ Kim NamJoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora