Capítulo 13

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La mina Vulture era un legítimo pueblo fantasma. Tenía una docena de estructuras aún de pie, algunas de ladrillo, algunas de piedra. Todos los edificios se veían descuidados, parecía que alguien los había abandonado y dejado sus pertenencias atrás. Había equipos de minería dejados a un lado de la carretera, oxidados y frágiles por la exposición. Habían grupos de edificios construidos a lo largo de la pendiente, con cactus creciendo entre cada uno de ellos. La estación de gasolina era primitiva y claramente de otro tiempo. Todavía se veían neumáticos colocados contra el edificio, y algunos objetos arrojados al azar por todo el lugar. Era terrorífico, viendo que quien los dejó y no se molestó en llevarlos con él.

El alambre de púas en algunos edificios nos impedía explorar mucho más. Y como nos informó la señal que vimos, nos perdimos el recorrido de la mina. En cambio, caminamos a lo largo de la propiedad en silencio, el único sonido proveniente era el de la naturaleza del desierto a nuestro alrededor y el crujir de nuestros zapatos en las rocas y ramas.

Pasamos por un retrete que se caía a pedazos. Era un recorrido hacia el pasado.

—Es algo triste, ¿no crees? —pregunte a NamJoon.

Asintió, viendo los edificios abandonados alrededor. —Lo es. Salgamos de aquí.

Lo seguí hacia el auto. En lugar de sentirme intrigada, me sentía como una intrusa. Era incómodo, ver la vida en ruinas a nuestro alrededor. Subimos al auto y NamJoon se echó hacia atrás.

—Lo siento —dijo.

—No pensé que se sentiría así ver todo eso.

—Yo tampoco —dijo con recelo—. Estoy listo para salir de aquí, ¿y tú?

—Sí.

***

Aún seguía intentando quitarme la incomodidad que sentí al ver la mina Vulture cuando nos registramos en la habitación del hotel. Ambos estamos de un humor extraño. No hablamos como acordábamos, comiendo nuestra cena comprada en el camino.

Cuando me deslicé en las sábanas, me giré para enfrentar a NamJoon. Usaba anteojos y escribía en su diario, cuidando que lo que escribía se mantuviera fuera de mi vista. Tenía sus labios apretados, y sus cejas juntas.

—¿Qué escribes? —pregunté, mientras bostezaba.

—Palabras.

Suspiré y rodé hacía mi espalda. —Eres realmente bueno en la narración de la verdadera evasión.

—Gracias por el cumplido.

—No lo era. —Alcé la sábana más alto, a mi cuello—. Para alguien quien es tan próximo, tan brutalmente honesto, estoy sorprendida de que mantengas pequeñas cosas para ti mismo.

—¿Quién dice que lo que escribo es algo pequeño?

—¿Es el siguiente Pulitzer?

—Probablemente no.

—Entonces, ¿por qué no puedes decirme?

—Dime por qué dejaste de luchar.

Era realmente difícil no rodar los ojos. —¿Ese va a ser el requerimiento por cada pregunta que te pida contestar? ¿Para qué abrirme y decirte las cosas de las que no sé la respuesta?

NamJoon cerró su diario y lo colocó en su mesa de noche. —Algunas cosas son personales. Lo que escribo es personal. Y no estamos ahí aún. No hemos llegado a ese nivel. —Se deslizó hacia las sábanas y se giró para enfrentarme apoyando su cabeza—. Vamos a intentar algo. Hazme cualquier pregunta. Te haré cualquier pregunta. Y decidiremos qué tanto revelar en nuestras respuestas.

Diez Bajo Cero ➳ Kim NamJoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora