Capítulo 16

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Cuando volví a despertar, la habitación se encontraba oscura excepto por la pequeña lámpara en la mesa. NamJoon se ataba los cordones de sus zapatos en la silla en frente de la cama. Me di cuenta de que tenía sus manos libres de vendajes, los nudillos se veían incluso peor que lo hacían la noche anterior.

Levantó la mirada de atarse sus zapatos, su cabello recién lavado cayendo sobre su frente.

—¿Estarás lista pronto? —Su voz se notaba falta de su habitual tono cálido. Atrás quedó su alegría. Algo lo cambió al dormir.

—Sí —grazné, escalando fuera de la cama. Me hallaba completamente desnuda. NamJoon se levantó y caminó hacia el baño—. ¿Qué hora es?

—Aquí —dijo cuando tiró una pila de ropa hacia mí. Las recogí torpemente y miré el bulto en mis brazos—. Son las cuatro —dijo, moviéndose fuera del baño y haciéndome un gesto para que siguiera. Estaba helada, pero no a causa de la falta de ropa. NamJoon era una persona totalmente diferente.

—¿Cuatro? —dije en alto. Tan temprano. Tímidamente, agarré mi maleta y la rodé al baño, cerrando la puerta para cambiarme. Miré a mi reflejo. Mi cabello era un salvaje desastre, mis ojos amplios. Probablemente con conmoción. NamJoon nunca me había tratado tan fríamente.

Me lavé rápido en la ducha, secándome apresuradamente con una toalla demasiado pequeña.

Al tiempo que me vestía, reparé en la pequeña bolsa de cosméticos que traje conmigo. Mordí mi labio mientras decidía qué hacer.

Cuando salí del baño, vestía unos pantalones cortos y una camiseta sin mangas, ambos eran más reveladores de lo que normalmente vestía. Llevaba maquillaje, no mucho, pero suficiente para ser visible. Tenía el cabello suelto, temblando cada vez que un mechón húmedo hacía contacto con mi piel.

NamJoon apenas me dio un vistazo.

—¿Lista? —preguntó, su mirada enfocada en su teléfono.

—Um. Sí.

—Muy bien —dijo sin sentir, y agarró nuestras bolsas en su camino hacia la puerta, sin darme su sonrisa usual o un comentario sarcástico.

Algo pequeño se rompió desde dentro de mi pecho. Así fue como conocí una nueva emoción, una que no había sentido antes.

Era deseo no correspondido. Y fue la emoción más solitaria que jamás había sentido.

***

Empezaba a volverme loca. NamJoon apagó la música, sus dedos se quedaron aún en el volante. Todas las cosas que me molestaban sobre él estaban ausentes e, inexplicablemente, eso me molestaba incluso más que antes.

Aún llevaba sus gafas de sol, pensé que las usaba más para escudar sus ojos de los míos que para protegerse a sí mismo del sol. No dijo ni una palabra desde que llegamos al auto. Fui de disfrutar de la soledad, prefiriendo silencio que la conversación de mi situación actual: sintiendo una gama de emociones de la tristeza a la ira. La tristeza, el anhelo, eran las más predominantes. Intenté imaginar qué había hecho mal, pero no pude dar con nada.

Era como si me hubiera imaginado al NamJoon divertido, extrovertido y estúpido. En su lugar era algo que yo reconocía bastante bien: indiferencia. El NamJoon indiferente era aterrador. Repentinamente, yo deseaba por algo, por cualquier cosa. Para que NamJoon me llamara diez grados bajo cero, o cinco grados bajo cero, o lo que fuera que hubiera decidido. Para que dijera algo inapropiado. Preferiría al NamJoon rudo sobre este NamJoon cualquier día.

Y eso era una revelación en sí misma, pero algo que decidí apartar a un lado, en la esquina, hasta que sea bastante capaz de analizar por qué he preferido el NamJoon que me hace sentir cosas buenas en vez del NamJoon que me ignora.

Diez Bajo Cero ➳ Kim NamJoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora