18.- Blood Teller

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kore wa mirai? soretomo yume? kotae wa doko darou
kore ga ima wo tamesu tobira kowasu no? akeru no? doushiyou?

— ¡Su Alteza!

Hua Cheng se apresuró a tomar el cuerpo inerte de Su Alteza, que cayó lánguidamente en sus brazos como una marioneta sin vida. Por un momento el Supremo creyó que el cuerpo de Su Alteza se levantaría de nuevo albergando en su interior el alma del Señor del Viento, pero recordó que eso no sería posible. La angustia lo recorrió al pensar en Su Alteza compartiendo el cuerpo del Señor del Viento, sabiendo lo que vería: la venganza de He Xuan, que no mostraría piedad por los hermanos Shi así como nadie le mostró piedad a él y a los suyos.

¿Qué debería hacer? Hua Cheng le había prometido a He Xuan que una vez estuvieran fuera de su palacio no intervendría ni se metería más en el asunto, pero no había contado con la jugada de su dios. ¿Cómo iba a traerlo de vuelta ahora? Los poderes espirituales que le había dado tardarían mucho en agotarse... ¡Eso era! ¡Los poderes espirituales! Que idiota era, dejándose llevar por el pánico de forma tan estúpida cuando tenía la solución en la palma de su mano.

No podía evitarlo, todo lo que tuviera que ver con Su Alteza lo descolocaba de un modo u otro.

Su Alteza, este devoto se disculpa, pero no puedo dejar que sus ojos presencien algo que no podrá evitar

El rey fantasma reposó con cuidado el cuerpo de Su Alteza en el suelo manteniéndolo abrazado con un brazo mientras con el otro sostenía su mandíbula para hacer más fácil lo que planeaba hacer. Miró el rostro pacífico del dios y se acercó a él besando sus labios con suavidad para después profundizar el gesto, tomando el poder espiritual que contenía su cuerpo. Por primera vez en toda su vida, Hua Cheng se arrepintió de haberle dado demasiado poder a Su Alteza y el pensar que era necesario en ese momento por lo apremiante de la situación en la que se encontraban no lo consoló en absoluto, porque de lo contrario no estaría atrapado en este problema.

Su mente se obligó a calmarse. No tenía caso pensar en lamentaciones de lo que hubiera o no hecho anteriormente, lo meramente importante era concentrarse en lo que estaba haciendo ahora: solo se dedicaba a recuperar el poder que le había prestado para que su alma pudiera regresar a salvo en su cuerpo, lejos del mar del Sur. Lejos de las cosas trágicas e impías que sus ojos pudieran presenciar. Ninguno de ellos necesitaba respirar, por lo que el rey fantasma pudo continuar con el beso ininterrumpidamente hasta que Su Alteza despertó.

Estaba de vuelta, como debía ser.

Sin embargo, Su Alteza volvería a sorprenderlo al echarle los brazos al cuello intempestivamente antes de que pudiera apartarse por completo y cuando menos lo esperó, el dios intercambió posiciones dejando al rey fantasma contra el suelo atrapado entre los brazos de Su Alteza, besándolo de nuevo para obtener el poder espiritual arrebatado. Fue entonces que recurrió a una medida desesperada. Tal vez fuera inútil, pero seguía siendo desesperada: contactó de nuevo a He Xuan por medio de la matriz espiritual.

> Su Alteza va a entrar en el cuerpo de Shi QingXuan. ¡Séllalo antes de que pueda ocuparlo! <

La respuesta de He Xuan fue rápida e inmediata.

> Contrario a lo que puedas creer, no soy imbécil. Ya lo hice <

— ¿¡Qué demonios!? ¿Qué hijo de puta es tan atrevido? ¿Te atreves a venir a mi casa para robar y perturbar mi sueño? Este ancestro te dará una lección...

Hua Cheng había levantado un brazo para sujetar el hombro de Su Alteza para separarse de él, pero al escuchar esa molesta voz su mano cambió el curso y arrojó a esa basura inútil dentro del lugar para cerrarle la puerta en la cara, cambiando de posición para situarse encima de Su Alteza y separarse al fin. Deseaba ser besado, pero no con el objetivo que el dios tenía en mente.

La lluvia que alcanzó a la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora