So they keep talking and they never stop
And at a certain point you give it up
So the only thing that's left to think is thisHua Cheng frunció el ceño al escuchar las campanillas en el exterior y a su mente vinieron tres palabras: Ojo del cielo. Recordaba a ese idiota: un tipo fastuoso capaz de ver la esencia del mal, lo que lo hacía especialmente peligroso para los fantasmas. En otras circunstancias el Supremo de rojo se habría burlado de él un poco antes de patearlo fuera de la vista de Su Alteza, pero con el monte TongLu abriéndose obligándolo a sellar sus poderes para no sufrir las consecuencias de aquello no podía hacer gran cosa más que alejarlos del santuario Puji y de Su Alteza, pero el príncipe actuó antes de que pudiera siquiera levantarse, demandando:
— Si te vas ahora, no vuelvas a verme otra vez.
— ¡Su Alteza!— exclamó Hua Cheng, escandalizado.
¿Cómo habían evolucionado las cosas hasta este punto?
— Siéntate. Me reuniré con ellos.
Hua Cheng se debatió por un momento en si debía desobedecer a Su Alteza o quedarse en su lugar. En ese momento Quan YiZhen, que se había desmayado, recuperó la consciencia y dijo con voz ronca:
— ¿Vino... alguien? ¿Necesita... que los derrote?
No puedo creer que piense esto de un dios... pero sí, hazlo por favor
— Qi Ying, usted siga tumbado allí. Además no puede golpear a los mortales así, perderá méritos.
Sin decir nada más, Su Alteza salió del santuario y se enfrentó a ese grupo de tarados que pregonaban tonterías sobre combatir el mal. Tonterías. Tenía que admitir que eran algo habilidosos, pero aún así solo hablaban tonterías sin sentido sobre la justicia. ¿Dónde estaba la justicia cuando su padre lo echó de casa? ¿Dónde estaba la justicia cuando Su Alteza se quedó solo? Por lo tanto, el respeto de Hua Cheng hacia alguno de esos sujetos era prácticamente nulo así que no prestó demasiada atención a sus cuchicheos hasta que el Ojo del Cielo exclamó a voz en cuello:
— ¡Sus labios! ¡Hay esencia del mal en sus labios!
Un frío escalofrío recorrió el cuerpo muerto de Hua Cheng. Eso quería decir que, tal como había temido, había actuado de forma inapropiada durante la apertura del monte y no supo cómo reaccionar, se debatía interiormente sobre si molestarse consigo mismo o con Su Alteza por ocultarle la verdad. De otro modo no se explicaba cómo era que sus labios estaban cubiertos por la esencia del mal. Su esencia del mal.
Realmente me comporté de manera irrespetuosa
Su Alteza regresó al santuario y tomó las albondigas que quedaban en la mesa para lanzarlas a los cultivadores, pese a la advertencia que él mismo les había lanzado por atreverse a causar problemas allí. Hua Cheng tuvo que admitir que escuchar a Su Alteza proclamarse como el gran dios que era fue tan hermoso, tan increíble, tan... tan...
Seductor...
Hua Cheng sacudió la cabeza. ¡Cómo se ponía a pensar en esas cosas en un momento como este! ¡La situación no estaba para esto! Sobre todo tomando en cuenta que Su Alteza luchaba con su humilde forma infantil en sus brazos y Ling Wen estaba a punto de escapar con el Brocado Inmortal. No era difícil adivinar que ella había convocado a todos estos cultivadores para atraparlo en este momento en que se encontraba vulnerable. Basuras inútiles.
Entonces, lo inevitable sucedió: el santuario Puji colapsó.
— Sabía que ninguna de mis casas duraba más de medio año— se lamentó Su Alteza—. Ahora realmente necesito rogar por donaciones para la reconstrucción...
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La lluvia que alcanzó a la flor
FanfictionDespués de 800 años, la reunión que Hua Cheng había estado esperando se llevó a cabo por fin. De la mano de Su Alteza comenzará a descubrir los secretos ocultos por los dioses, conociendo el origen de la maldición que lo condenó a una vida desgracia...