11.- Avalanche

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Yet still you talk
Try to fight but I will watch you fall

La guarida del fantasma verde era un sitio sórdido como cabría esperar de un ser tan desagradable como él. Había una gran mesa como si se planeara un gran banquete real, un caldero con aceite hirviendo bullía al final de ésta y cientos de cadáveres ennegrecidos colgaban del techo. Era una pesadilla encarnada lo que les rodeaba en una soledad inquebrantable.

— ¿Por qué tenía que saber la verdad? ¿Era la verdad tan importante?

Su Alteza estaba cabizbajo, procesando todo lo que había sucedido y que seguramente había olvidado. y después de tantos años Hua Cheng había podido unir los cabos sueltos que habían quedado tras lo sucedido en Yong An.

Así que... el plan de esa basura era eliminar al clan de Lang QianQiu del mismo modo que la familia real de Xian Le pereció

Todo, desde el secuestro del príncipe heredero a los doce años hasta el Banquete Dorado lleno de sangre, había sido obra de Qi Rong, que había manipulado al príncipe An Le para sus fines. Aunque claro, existía la posibilidad de que el príncipe An Le colaborara de buen grado con Qi Rong.

En un momento determinado, Qi Rong reconoció a Au Alteza, llamándolo primo frente a Lang QianQiu. ¿Qué se creía este adefesio, quién había liderado la destrucción y la humillación sistemática sufrida por Su Alteza, a llamarlo de ese modo?

— No te precipites a decirle a cualquiera que soy un psicópata. Déjame preguntarte. ¿Cómo murió el príncipe An Le?

Sorpresivamente, Qi Rong había vuelto al quid de la cuestión, repitiendo la pregunta que Hua Cheng le había hecho en cuanto se mostró.

— Después de la muerte de An Le yo mismo abrí su cadáver para inspeccionarlo. Sus órganos estaban pulverizados debido a la vibración de una excesivamente poderosa espada. Al principio creí que se trataba de un sicario contratado por la gente de Yong An pero resulta que hay otra persona capaz de hacer algo así, ese alguien es nada más y nada menos que mi buen primo, el defensor de la justicia. Después de todo es un santo, un loto blanco...

Tras decir esas palabras, Qi Rong desveló la verdad que tanto habían estado ansiando: en el Banquete Dorado, la gente de Xian Le infiltrada por el príncipe An Le acabó con toda la familia real, pero el rey de Yong An había sobrevivido y para salvar a los ciudadanos restantes de Xian Le que habían abrazado Yong An como su patria, el sacerdote Fang Xin acabó con la vida del rey, el cual seguramente habría ordenado la ejecución de toda esa gente. Aunque fue satisfactorio ver cómo Lang QianQiu cortaba en trozos a Qi Rong y lo echaba a la caldera Hua Cheng sabía que ese no era el final dado que las cenizas del fantasma no habían sido destruidas.

Una pena.

— Era muy importante. Necesitaba saber qué hiciste y qué no, y por qué tuviste que hacer lo que hiciste.

— ¿De qué sirve saber la verdad?— replicó Su Alteza fríamente—. ¿Sería yo menos culpable si hubiera matado a menos personas? ¿Serían las cosas menos complicadas?

La forma en la que el Príncipe Heredero hablaba le hizo sentir un escalofrío a Hua Cheng, y el remordimiento comenzó a apoderarse de su ser. Sin embargo, lo desechó de un plumazo al recordar que Su Alteza ya había pagado por ello al ser enterrado vivo y su reputación había sido restaurada; nada más importaba. Ambos se miraron en silencio unos momentos y Hua Cheng cedió al final.

— Es mi culpa.

— No, no tienes la culpa. Es mi problema— replicó Su Alteza dejándose caer al suelo—. Que desastre. Que desastre tan desastroso.

La lluvia que alcanzó a la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora