34.- In Vertigo

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Time and time again
We seek the answers
Time and time again
We fail to question

Hua Cheng asomó el rostro por la cortina. Su mano estaba sujetando firmemente la empuñadura de E-Ming, listo para atravesar a este falso emperador en el momento que tuviera la oportunidad para dar fin a todo esto de una forma pronta, sin embargo Su Alteza negó levemente en el momento que Jun Wu inquirió:

— ¿Dónde escondiste a Ling Wen?

Está más cerca de lo que cree

Habían recuperado la muñeca Daruma en la que había convertido a Ling Wen luego de que Qi Rong apareciera a causar problemas, intentando pavonearse frente al niño y al sacerdote que lo había despreciado tiempo atrás, cuando aún era un príncipe. Ver a Qi Rong siempre era algo terrible, pero desgraciadamente Hua Cheng no pudo estampar su fea cara contra el suelo para hacerlo callar por la situación. Había cosas más importantes de qué preocuparse en ese momento, como por ejemplo regresar al palacio de Xian Le antes de que Jun Wu se diera cuenta de que se había ido.

Pero aún así, Jun Wu lo descubrió a causa del Brocado Inmortal.

— Piensa lo que quieras. De cualquier manera, nadie puede irse ahora, así que no hay nada que pueda hacer. Haz lo que te plazca, viejo.

¡Bien dicho, Gege!

Ver a Su Alteza responder de ese modo a la persona a la que antes le guardaba respeto fue de lo más reconfortante para el rey fantasma. Antes de que el emperador se asomara a las cortinas, Hua Cheng se deslizó hasta llegar a la cama junto a Su Alteza para después abandonar su refugio, sin levantar sospechas en el dios.

— Levántate y ven conmigo.

Su Alteza obedeció, y Hua Cheng se dispuso a seguirlos sin problema alguno pero el príncipe lo detuvo. Aún no era el momento de atacar, por lo que decidió esperar mientras ambos salían del palacio. Pero no esperaría mucho, de modo que llamó una de sus mariposas para supervisar a distancia algo que había dejado en la superficie y luego de soltarla en el exterior, salió.

Era hora de mostrar cómo los cielos serían ineficaces contra él... de nuevo.

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La postura de Hua Cheng, aunque segura, era extremadamente tensa, el agarre en la empuñadura de la cimitarra, aunque sólido, era feroz y su voz, aunque tranquila, era extremadamente fría, con una furia apenas contenida.

— Baja tu mano— ordenó.

Había hecho dos cosas antes de subir a la superficie. Primero, sin que Shi QingXuan se diera cuenta, mandó llamar a He Xuan y se reunió con él en un sitio aparte de la matriz, explicándole todo lo que sabía hasta ese momento. El rey fantasma de los mares se mostró afligido al enterarse de la muerte de Yin Yu y se mantuvo en silencio, pensando en algo.

— Eso explica algunas cosas— dijo—. Para crear un clon de sí mismo y enfrentarse de ese modo a Bai WuXiang... la cantidad de poder para hacer algo así creíble es demasiada. ¿Qué necesitas que haga?

Hua Cheng señaló la matriz y dijo:

— Hazte pasar por mí y vigila ese conjunto mientras no estoy. Debo ir a buscar a Su Alteza.

El Supremo de rojo dio media vuelta para irse cuando dijo, deteniéndose:

— Shi QingXuan está ahí. Así que no seas imprudente y lo arruines todo.

He Xuan no había dicho nada, simplemente se limitó a cambiar su apariencia para tomar su lugar. Lo segundo que había hecho fue crear un clon para trabajar en el monte TongLu, algo le decía que iba a necesitar lo que había abandonado en ese sitio así que tenía que apresurarse. El trabajo estaba casi terminado, así que solo por eso se dio el lujo de salir para encontrarse con ese farsante de pacotilla queriendo convencer a los otros dioses de ir y romper la matriz, solo para fastidiar a Su Alteza.

La lluvia que alcanzó a la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora