29.- Your Escape

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Where do we go from here?
We gotta disappear and get far away from this place

— Si mata a una, haré diez más. Rápido y furioso como las tormentas, nunca retrocederé, veamos quién queda al final.

Mientras se encontraba en su periodo de hibernación, Hua Cheng había notado un gran peligro del cual advirtió a los demás para que se alejaran de él. El poder y la maldad que emanaban de él era incomparable, algo que no había percibido jamás, pero no supo de quién se trataba hasta que lo vio en ese momento suplantando a Mu Qing y a Feng Xin.

Bai WuXiang. La Calamidad Vestida de Blanco.

La historia de cómo Jun Wu y Bai WuXiang lucharon entre sí hasta que el emperador celestial venció al rey fantasma y lo dispersó había recorrido los tres reinos. Naturalmente, como había sido dispersado y probablemente había renacido, su fuerza no era la misma con la que lo había conocido ocho siglos atrás, por lo que no lo reconoció en un principio, hasta que lo vio en la cueva. En su refugio.

A él sí lo iba a matar por eso.

Por pedido de Su Alteza, Hua Cheng soltó a los dos inútiles de Feng Xin y Mu Qing, y tras decidir el plan de acción se separaron. Bai WuXiang había quedado lejos y tardaría en llegar, por lo que podían pensar en cómo hacerle frente juntos para erradicarla por siempre de este mundo y así no causara daño a otras personas.

Juntos...

Una vez que volvieron a estar solos, Hua Cheng sintió una extraña incomodidad. Antes, cuando el Blanco sin Rostro apareció por primera vez, Su Alteza le había dicho que hablarían más tarde... y ahora era ese momento. Así que... ¿ahora qué?

Pues Su Alteza comenzó a mirar las estatuas que había hecho cuando era principiante, y Hua Cheng le prometió que le dejaría ver el trabajo del cuál estaba más orgulloso: la estatua que estaba en el horno del monte TongLu, si tenían tiempo para ello. Tal vez cuando todo esto termine. Eventualmente la conversación volvió a Bai WuXiang y la razón por la cual se encontraba en el monte TongLu, con lo que se abrió la posibilidad de enfrentarlo dado que tal vez no tendría todo su poder. De ser ese el caso tendrían la oportunidad de vencerlo antes de que saliera al mundo exterior.

— San Lang, ¿tus cenizas están a salvo?

— Lo están— dijo Hua Cheng.

Están más cerca de lo que cree

Sus cenizas se encontraban colgando del cuello de Su Alteza, en el anillo que le había dejado antes de retirarse del santuario Puji cuando Ming Yi murió y tuvo que hacerse cargo de eso. Así que podía jurar que su única debilidad estaba bajo un buen resguardo. Claro que Su Alteza no lo sabía aún por lo que preguntó con auténtica preocupación:

— ¿Estás seguro de que está bien oculto? ¿Es de verdad un lugar seguro? ¿No lo encontrarán?

— Para mí, es el lugar más seguro del mundo— dijo Hua Cheng con una sonrisa.

— ¿Estás absolutamente seguro?

— Si su escondite se destruye, no es necesario que yo exista. Por supuesto que estoy seguro.

Si Su Alteza moría, Hua Cheng ya no tendría un motivo para existir, por lo tanto no dejaría algo tan importante como sus cenizas a nadie más. Lo conocía bien, lo había visto en la gloria y la desgracia y lo seguiría incansablemente sin importar nada.

Para mí, el que está en la gloria infinita eres tú, el caído en la desgracia también eres tú. Lo que importa es usted y no lo que era

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La lluvia que alcanzó a la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora