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—¿Ya ves que no dolió tanto? —le preguntaba el guerrero a un Eirian traumatizado en un rincón.

La barra ya estaba casi al límite y los ojos llorosos del chico le miraban con cierto repudio.

—No exageres, hombre. Fui lo más gentil que pude —le reprochó el guerrero, mientras le mostraba ya las tres flechas en sus manos.

—¡Pudo haber usado anestesia! —Eirian exclamó en un puchero.

—¿Acaso estamos en un juego de medicina? Esto no es un hospital, niño. Ahora, toma.

El jugador rojizo le lanzó el frasco con aquellas pastillas color jade, las cuales, cayeron en la colcha rosada de la cama.

—¿Qué son?—preguntó Eirian, mientras tomaba dicho frasco con resignación y flojera.

—Son capsulas curativas, si las tomas, volverás a llenar tu barra. —Indicó el jugador, mientras quebraba las tres flechas a la mitad y las tiraba a una de las esquinas de la cabaña.

Eirian miró dudoso dichas capsulas, pues si las analizaba bien, para su punto de vista, no parecían comestibles.

—¿Qué esperas? Cómelas —ordenó el hombre, cruzándose de brazos.

—¿Son seguras?

—Si no las quieres, dámelas. Pero te advierto que apenas y pongas un pie afuera vas a morir—insinuó el hombre, arqueando las cejas.

Eirian tragó saliva, pues si así, con las flechas sentía que se moría, ahora sentir la muerte... No se imaginaba como sería dicha sensación, pero aquel guerrero no tardaría en darle respuesta, pues al ver la mirada pasmada de Eirian, dedujo que tenía que contarle.

—No es muy bonita la sensación, pero es soportable. Es como si te estuvieses ahogando y ya cuando sientes llegar a tu límite... «bom», despiertas.

Eirian le miraba con total extrañeza, pues los ojos del hombre mostraban gran emoción al contar en qué consistía el juego, la muerte, pero dicha emoción no duraría mucho, pues cuando apenas el hombre estaba por sentarse a lado de Eirian, una pequeña ventana apareció enfrente del pelinegro:

Caín: «!Colina de niebla!»

El mensaje a simple vista no parecía tener contexto alguno, pero Eirian se percató que, al recibir el mensaje, aquel hombre que le salvó se puso pálido en cuestión de segundos.

—Caín. —El hombre se levantó rápidamente de la cama, para después ponerse el casco.

—¿Quién es Caín? —Eirian preguntó en su inocencia, mientras analizaba cada uno de los movimientos de aquel hombre mayor.

—Deberías irte.

Al escuchar tales palabras salir de los labios de aquel jugador, a Eirian se le formó un nudo en la garganta, ya que, eso significaba que posiblemente tendría que ejercer un nuevo viaje solo y sin tutoría de aquel hombre que, aunque le parecía algo salvaje, le había salvado de una buena paliza.

Al ver que Eirian no movía ni un musculo, el hombre le arrebató el frasco de capsulas, tomó una y se la dio al chico:

—Cómela y ve en busca de un gremio.

Si antes su voz parecía autoritaria, ahora intimidaba; esos ojos oscuros reflejaban la silueta de Eirian, quien estaba sentado todavía en las orillas de la cama con un gesto de preocupación reflejado en sus facciones. Tal vez no tenia de que preocuparse, después de todo, era un juego, pero a Eirian no le pareció para nada que el dolor generado por cualquier herida durara como si realmente se hubiera hecho daño. Le asustaba.

OAXO "¿TE ATREVES A JUGARLO?" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora