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Sentía como su cuerpo se movía con brusquedad, poco a poco su vista se aclaraba. La figura de Luna comenzaba a tomar forma. Su corazón sintió un alivio al verla caminar, pero al percatarse de que tal vez estaba alucinando, se llevó adolorido la mano a los ojos, frotándoselos.

—¿Ya despertaste? —preguntó Declan.

Eirian abrió los ojos con sorpresa, se percató de que estaba encima de la espalda de Declan, miró a su alrededor. Los gemelos estaban a lado de Luna manteniendo una conversación, Javier sostenía a Fred y Eder le miraba de manera traviesa mientras caminaba a lado del moreno.

—No, solo que duerme con los ojos abiertos —comentó Eder con sarcasmo, haciendo que Declan le mirara con enfado—. ¡Claro que está despierto! ¡Tiene los ojos abiertos! Da

Declan rodeó los ojos.

Eirian ignoró la pequeña discusión para percatarse de que estaban en camino a la cima de la montaña. Faltaban unos cuantos metros.

Varios jugadores estaban llegando; el enorme portal se abría ante ellos. Al otro lado de dicho portal ya no había nada más que una clase de desierto de arena de colores, el cielo despejado, con paisaje pacificado, cualquiera ya hubiera querido estar ahí.

Ya que muy a diferencia de donde estaban ellos, el suelo temblaba, haciendo difícil la caminata, el cielo retumbaba, aturdiendo los oídos del chico, el color naranja y azul verde se apoderaron del paisaje lejano, al igual que los Luxin, quienes trataban de apoderarse de Néstor, pero que en agiles movimientos, el hombre se deshacía de ellos sin casi hacer esfuerzo, aunque Franco lograba golpearlo.

La rapidez de sus ataques, daba la impresión de que se trataban de líneas recorriendo el campo de batalla, el sonido de impactos estaba anunciando una batalla fuerte a mano armada.

—Tenemos que ir a ayudar —comentó Eirian, mientras señalaba con dificultad a Franco.

—¡¿Estás loco?! —Jade se giró hacia él, incrédulo.

—Franco dejó en claro que te sacáramos de aquí. No hay objeción, así que cállate y descansa. —ordenó Declan.

—No... yo...

—Tu tío es fuerte, podrá hacerle frente —comentó Javier—. Nosotros no haríamos la diferencia, apenas y estamos sobreviviendo. Piensa en tu tío y trata de no convertirte en una carga.

Luna miró de reojo a Javier, quien estaba mirando hacia la cima. Eran palabras duras, pero no decía ninguna mentira, si se metían, solo podrían ser una carga para ese famoso Franco.

La imagen de Franco sirviéndole aquel caldo de pescado de mal sabor, se dibujó en la mente de Eirian, también la imagen de aquella bofetada que le dio cuando discutieron, dándose cuenta de que todo había sido por su bien, cuando lo encontró en el hospital, cuando lo llevó a ver a su madre tendida en cama, Franco le había tomado de los hombros en aquel entonces, casi queriéndole dar un abrazo por detrás, mientras le decía que todo iba a estar bien y que su madre saldría del coma.

La sonrisa de su madre también no tardó en hacer presencia: «Bienvenido». La sonrisa de Samanta se desvaneció en sus recuerdos, junto con la sonrisa de Franco: «Bienvenido».

—No... No...

Los ojos de Eirian se humedecieron. No quería perder a su tío también, ya no tenía a nadie aparte de él.

En un movimiento brusco hizo que Declan perdiera el equilibrio y cayeran, facilitando que Rojas pudiera tocar el piso y correr en dirección a donde se encontraba su tío.

—¡Agárrenlo! —exclamó Declan, mientras trataba de levantarse con rapidez.

No fue muy difícil, pues Eirian a muy duras penas podía mantenerse de pie, así que con que los gemelos lo sometieran, fue suficiente.

OAXO "¿TE ATREVES A JUGARLO?" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora