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Eirian cayó al suelo de sentón, mientras que Alex, lesionado de su hombro, cayó frente a él de rodillas.

Los nunchakus regresaron a las manos de Daniel.

—¡Alex! —Eirian exclamó, y se acercó a Alex con rapidez para impedir que este cayera por completo al suelo.

—Estoy bien —susurró Alex, una vez estando en el regazo de Eirian—. Fue un rozón, estoy bien—insistió con la voz apagada.

Marcos se había quedado inmóvil, observando la escena, mientras que Adrián pestañeaba con fuerza.

—¿Pero por qué...? —Marcos se giró hacia Daniel, quien miraba indiferente como los dos jugadores trataban de levantarse del suelo.

—¡¿Por qué lo hiciste?! —al fin habló Adrián, dedicándole un fuerte empujón a Daniel y, acto seguido, corrió a ayudar a su amigo—. Ten, toma.

Adrián sacó de su bolso colgante una capsula curativa, pero Alex lo rechazó, poniendo su mano delante.

—Tómala —exigió Adrián.

—No es necesario.

—¡Tu barra está bajando, tómala, Alex! —exigió ahora Eirian.

—He dicho que no. —Alex siguió firme con la decisión—. Fue un rozón, la barra bajará, pero no lo suficiente como para usar una capsula.

Adrián se quedó en silencio.

—¿Por qué lo atacaste? —Marcos endureció su mirada hacia el rubio—. Daniel, te estoy hablando —le llamó nuevamente, al ver que Daniel no estaba dispuesto a contestarle.

Los demás jugadores sentían la tensión, sin embargo, no parecían querer retirarse.

—Caín... —susurró Daniel, aún sin retirar esa mirada penetrante de Eirian.

Marcos le miró todavía más confundido. Esperaba una explicación, pero lo único que hizo Daniel fue dirigirse a Eirian, quien estaba como un cachorro asustado, tratando de mantenerle la mirada mientras se aferraba con fuerza al cuerpo de Alex.

De pronto, Adrián se posicionó enfrente de sus compañeros, haciéndole frente a Daniel, quien le miró con extrañeza.

—Apártate —pidió.

La sonrisa de Daniel no era nada agradable, era sínica, retaba con ella.

—Tú deberías ser el que se aparte, si no quieres que te aplaste —dijo Daniel, casi en un hilo de voz.

Eirian notó que las piernas de Adrián temblaban. No lo juzgaba. Apretó la mandíbula y se mentalizó para lo peor, deduciendo que Adrián, tarde o temprano, se retractaría y le daría el paso libre a Daniel.

—No.

La negación audaz de Adrián, tomó por sorpresa a los integrantes. Y, muy a diferencia de lo que Eirian había pensado, Adrián se reacomodó, poniéndose en una posición más firme.

—¿En serio quieres que lo haga? —Daniel preguntó, todavía más incrédulo—. Tenemos asuntos pendientes, ¿no es así?

La última pregunta fue dirigida a Eirian, quien, de un momento a otro, recibió miradas interrogativas de sus compañeros. Pero Eirian no tenía ni el más mínimo recuerdo de haberle dirigido la palabra a Daniel antes.

—No sé de qué hablas —anunció Eirian, mientras tragaba saliva.

Pero aunque dicha respuesta pareció creíble para sus compañeros, Daniel no quedó satisfecho, tensó los músculos y se dirigió de manera peligrosa hacia Eirian, empujando a Adrián en el proceso.

OAXO "¿TE ATREVES A JUGARLO?" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora