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Los pasos de Eirian se hacían cada vez más débiles.

Faltaba algo de recorrido para llegar, se podía saber debido a las nubes, las cuales parecían ser atraídas en cierta dirección, formando una clase de líneas que entre ellas formaban un círculo alrededor de la punta de aquellas montañas, al mismo tiempo que emanaban alguna clase de luz azul.

El chico miró a sus compañeros frente a él.

Habían optado por la idea de la cuerda, estaban amarrados como lo harían unos profesionales en la escalada de montañas, o al menos, un intento de estos.

Al frente del equipo estaba Marcos, que según Adrián y Estefanía, parecía el más tranquilo de los cinco, muy a diferencia de Alex, quien, según los jugadores, les daba miedo de que los dejara atrás, porque, aunque no lo creían capaz, Alex ya había amenazado con dicha acción, si no se daban prisa o seguían sus indicaciones. Así que el orden de los jugadores era el siguiente:

Marcos, Estefanía, Adrián, Alex y Eirian al final.

Las rocas crujían; Adrián se paraba a tomar algo de aire, pero Alex inmediatamente lo empujaba, obligándolo a caminar.

No era como si estuviesen escalando un enorme muro, más bien, lo difícil de aquel recorrido era la inclinación que poco a poco aumentaba en lo que se acercaban a la cima, al igual que las enormes grietas que se abrían en el suelo de sorpresa, amenazando con llevarse consigo a los jugadores, incluso, habían vivido dicha cosa unas tres veces, en la segunda, por poco y Marcos era víctima del abismo de aquellas grietas, que, gracias a que iba amarrado a sus amigos, pudo evitar la caída.

Oh, pues, espérate, quiero descansar. —Se quejaba Adrián, mientras miraba por encima del hombro a su compañero, quien le seguía empujando.

Alex no se intimidó por la mirada del chico.

Marcos, por su parte, estaba tratando de contener el aire, no era muy atlético, incluso se puede decir que la materia de educación física era la que menos le gustaba. En OAXO le gustaban los enfrentamientos, pero realmente, el hecho de que fuera bueno en su condición física estaba en duda. Muy a diferencia de su hermano, quien amaba el deporte, Marcos prefería estar acostado, viendo series o jugando, y en algunos casos coqueteando con chicas por internet.

Estefanía, aunque no se llevaba bien con la mayoría de los chicos del grupo, jalaba con una mano parte del traje de Marcos para tratar de mantener el ritmo de la caminata, y para su sorpresa, Marcos no se lo negaba, pero al igual que él poco a poco sentía que iba perdiendo las fuerzas para seguir.

La chica miró a sus lados. Agradecía que no fuesen los únicos en ese sufrimiento, aunque sonara egoísta, pues otros jugadores trataban de llegar también a la cima, algunos les copiaron la técnica de la cuerda, al menos, los que tenía a la mano una herramienta similar. No había tiempo para enfrentamientos entre jugadores, refiriéndose principalmente a los enfrentamientos físicos, porque verbales, esos nunca faltaron:

No faltaba el rojo que insultaba a un equipo lila a lo lejos o unos verdes haciéndoles burla a los rojos por estar a merced de los peligros.

Eirian cayó de rodillas.

Pensó que Alex le miraría, pero no fue así, pues el chico estaba muy concentrado mirando una clase de pequeña ventana proyectada por una clase de reloj.

Eirian le miró disgustado, pero resignado a no llamar la atención de su amigo, no tardó en levantarse con torpeza.

Siguieron su camino, pero Eirian no dejó pasar desapercibido las acciones de Alex, quien parecía estar constantemente checando, en cualquier oportunidad que tenía, la pequeña ventanilla, trató de mirar más de cerca: era un largo texto, pero por más que trataba de fijar la vista no lograba ver el contenido con claridad.

OAXO "¿TE ATREVES A JUGARLO?" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora