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Un zapato de Franco saldría al aire.

Eirian no se daría por vencido, buscaría el aparato a como diera lugar; Buscó en los cajones, debajo de los muebles, literal en todos los rincones, hasta llegar a buscar entre las maletas de su tío. Aunque, al igual que las últimas veces, no encontró nada.

Eirian cayó en desesperación y no era porque le urgía jugar, si bien, se moría por ganas de hacerlo, lo que más le preocupaba en ese momento era el hecho de que esos In Ear no eran suyos, y si tenía planes de regresarlos el fin de semana, sabría Dios cuando podría regresárselos a su dueño realmente.

Eirian se tumbó en el sillón, mientras su mirada se perdía en un punto del techo.

—Tendré que ahorrar, si quiero regresarle el juego a Lucas. —Se lamentaba, y procedió a taparse la cara con las manos.

—Eirian. —Una voz llegó a sus oídos, al mismo tiempo que una fuerte sensación de caída infinita se apoderó del chico.

—¡No! —Eirian exclamó, y se levantó de golpe, antes de que dicha sensación se apoderara pot completo de él.

—Eirian.

Nuevamente, esa voz le llamó, pero ya en un susurro.

Era una voz femenina, muy similar a la de su madre.

Eirian, sutilmente, giró a varios lados, no se estaba volviendo loco, ¿o sí?

«Genial, ahora aparte de los mareos, quedare loco por culpa de la cachetada de Franco» ironizó entre dientes.

Su mirada inocentemente dio hacia la puerta del sótano.

Un mareo apareció nuevamente. Se suponía que ya no debía tenerlos, aunque, Eirian ya se estaba planteando que, de nuevo, por culpa de Franco y la desconexión tan indebida de OAXO se había quedado con secuelas.

Tal vez debía de ir al médico.

Pero apenas el chico se dispuso a caminar, y este cayó inconsciente.

De pronto, Eirian se encontraba en caída libre en la oscuridad, en la cual comenzaron a aparecer miles y miles de números y símbolos color jade, con un brillo bastante fuerte y aquellas voces de la última vez no tardaron también en hacer aparición. «Eirian», ya no era una voz femenina, era una voz masculina.

Los números poco a poco comenzaron a formar la figura de un rostro.

—Eirian.

El aliento de esa cosa movía a Eirian en el aire con brusquedad, mientras repetía el nombre del chico una y otra vez.

—¡¿Qué quieres?! —exclamó al fin el chico, mientras revoloteaba entre más números que se desviaban hacia él.

—¡Eirian!

Se levantó de golpe, Eirian ya se ubicaba en el suelo, con el corazón a mil, estaba segurísimo de que eso no había sido solo un sueño.

—Eirian.

El aludido giró en dirección en donde escuchó su nombre, el sótano.

«Eirian».

Sin pensarlo mucho, Eirian se dispuso a ir al sótano, con pasos torpes. Era como si esa voz le hubiese hechizado; caminó lentamente, se introdujo en la habitación, bajó los pocos escalones y terminó dando con una caja fuerte cercana a la lavadora de su madre.

Dicha caja, era usada por Pablo en tiempos de antaño, pues antes de que ese lugar fuera un sótano, convertido en cuarto de lavado, lleno de tiliches y cosas que fácilmente podrían pasar desapercibidas, esas cajas, el polvo y maquinas cubiertas con sábanas blancas, formaban parte de un gran laboratorio informático, donde Pablo trabajaba en sus proyectos

OAXO "¿TE ATREVES A JUGARLO?" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora