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Eirian no lograba procesar; todo pasó demasiado rápido: La ambulancia llegó, tomó a la madre de Alex; los gritos de desesperación de este último le desgarraban el alma a Eirian, pues muy en el fondo, le recordaba a él, al incidente con su madre.

Alex se aferraba a la camilla donde se ubicaba la mujer, casi impidiendo que los enfermeros hicieran su trabajo, los otros dos hermanos más pequeños, lloraban sin comprender del porque su hermano mayor gritaba y lloraba; por suerte, Marcos como Lucas, se quedaron en la casa de Alex, atendiendo a los pequeños. Eirian y Adrián se encargarían de acompañar a Alex que se encontraba inconsolable, su padre no contestaba el teléfono y eso aumentaba la impotencia del chico.

Ya una vez llegando al hospital, se enteraron que la madre de Alex había sufrido dicho colapso por la presión. Trataban de estabilizarla y solo quedaba a esperar.

Los tres chicos estaban sentados en la sala de espera, Alex tenía la mirada baja, los ojos hinchados por tantas lágrimas que había derramado, Adrián, por su parte, le daba sutiles palmadas de consuelo en la espalda, mientras le miraba con cierta tristeza.

Pero...Eirian no se sentía para nada cómodo. El ambiente del hospital no era lo suyo, no le gustaba, era muy desagradable para él ver a aquellas personas en circunstancias difíciles como era una enfermedad, no se debe de mal interpretar, y es que de solo ver la tristeza en aquellos rostros, aquellos cuerpos tan débiles, tensos o simplemente curveados, con gran desesperación en su corazón, le hacían sentir enfermo y ni hablar del olor... era como si las emociones negativas se apoderaran del aire, haciendo un aroma extraño.

Samanta le había dicho una vez a su hijo que las emociones suelen olerse...

Pero pese a que el olor y la tensión en el ambiente le ponían incomodo, todavía había algo más que causaba dicha sensación en Eirian. Era que, ese hospital era el mismo donde su madre estaba internada. Fácil podía ir a verla, al final de cuentas, por falta de familiares, Alex tuvo un permiso especial, pese a ser menor de edad. Pero no había valor, no quería verla, sería un trago muy amargo...

—Tu madre ya está bien, relájate. A lo mejor tienen mucho trabajo —la voz de Adrián sacó de los pensamientos a Eirian, estaba tratando de controlar a Alex que no dejaba de marcarle a su padre.

Pero Alex era el miedo personificado, sus manos temblaban, tratando de mantener el móvil firme, sus ojos estaban sombríos, sus labios partidos, todo en él daba miedo.

—Tú no lo entiendes... —Alex susurró, casi esperando a que sus amigos no lo escucharan, pero le fue en vano.

Eirian como Adrián, intercambiaron miradas preocupadas, Alex comenzaba a morderse las uñas de los nervios al escuchar el buzón.

Eirian sonrió hacia Adrián y asintió, tratando de darle tranquilidad.

—Bien, entonces... —Eirian le tomó del hombro—, explícanos para que podamos entender.

La mirada que Alex tomó por sorpresa a Eirian, le miraba con un notable odio que se quedó inmóvil.

Alex se deshizo del agarre, de una manera tan brusca, que no pudo evitar que Eirian le viese con cierto temor y confusión.

—¡Tú tienes la culpa! —Alex se levantó de la silla, no era él.

Dio la impresión de que en cualquier momento golpearía a Rojas, Adrián se levantó y le tomó con firmeza del brazo, por cualquier caso.

—¿Qué? —Eirian pestañeó con fuerza—. ¡¿En qué carajo se supone que yo tengo la culpa?!

Los ojos de Alex se llenaron de lágrimas.

OAXO "¿TE ATREVES A JUGARLO?" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora