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Eirian no era un alumno ejemplar, a veces se dejaba llevar por el desmadre de sus amigos, o bien, no era buen estudiante, pero tampoco era el más malo. Era de ochos y sietes y ahí de vez en cuando sacaba nueves. Aunque, el chico no se perturbaba tanto, al menos hasta que se veía atrasado en una que otra materia.

Ya llevaba prisa, eran entregas de proyectos y exámenes finales y para su mala suerte, su alarma no había sonado. Iba a cruzar la puerta cuando, de pronto, sintió la mano de su tío posar en su hombro.

—Eirian.

El chico se giró en su dirección. Franco llevaba un pijama lisa de color gris, era su color favorito, sus cabellos estaban esparcidos de forma rebelde, mientras que su cara daba indicios de que no había dormido casi nada y es que, Franco no pudo ni cerrar los ojos al tratar de procesar que el caos se estaría ejecutando en cuestión de horas y que tenía que hacer algo; no sabía nada, no se había actualizado en años, y la tecnología, en cambio, avanzaba y avanzaba más. Si quería ayudar, mínimo tenía que estudiar.

—¿Qué sucede?

Eirian le miró aburrido, mientras se deshacía suavemente del agarre del hombre.

—Hagas lo que hagas... —Franco guardó un silencio largo—, no se te ocurra jugar OAXO. Está absolutamente prohibido que....

—Me lo quitaste.

Le recordó Eirian con sequedad en su voz.

—Puedes pedir los In Ear Vir prestados a alguien —destacó Franco.

Eirian comenzaba a abrumarse y eso que no eran ni las ocho de la mañana. Rodeó los ojos y se cruzó de brazos.

—¿Cuál es tu problema? Ya dímelo de una vez —exigió el chico, tratando de contener un tono moderado—, ¿Por qué te da tanto miedo OAXO?, ¿qué tiene la tecnología que te da terror?

—No les tengo terror —Franco negó, como era ya costumbre.

—Ah, ¿no? —Eirian le miró con incredulidad, pero posteriormente negaría con la cabeza—. ¿Sabes qué? Se me está haciendo tarde para ir a la escuela y esta semana es de exámenes, no quiero reprobar, porque si así me fue con jugar esa cosa, no me quiero imaginar si llego a reprobar.

Eirian se dio la vuelta dispuesto a irse, pero Franco le detuvo de nuevo.

—El juego mata a las personas...

Eirian se giró de nuevo hacia Franco, con los ojos muy abiertos. Pero sus mejillas comenzaron a inflarse, conteniéndose de soltar unas fuertes carcajadas.

—¿Qué?

Eirian alzó las cejas.

—El juego... mata a las personas, Eirian. Si lo usas, podrás quedar...

Eirian no lo dejó terminar, lo que le estaba diciendo le parecía un chiste de lo más malo, pero que claro, haría reír a cualquiera por la ridiculez que estaba diciendo, tanta fue la risa que le dio al chico, que unas sutiles lágrimas de risa salieron de sus ojos.

—La menopausia sí que le pega fuerte a algunas personas —dijo entre carcajadas.

Franco ahora le miraba con cierta seriedad.

—Comerás mi caldo de pescado durante toda la semana —declaró el hombre, indignado por lo que su sobrino acababa de decirle, y cerró la puerta de un azoto.

—¡¿Qué?!

—¡¿Qué?!

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OAXO "¿TE ATREVES A JUGARLO?" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora