Capítulo 11

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Escucho detenidamente las instrucciones de Marie de Lyon, mi ejemplo a seguir, lista para disfrutar de mi asignatura favorita.

— Hoy vamos a utilizar diferentes técnicas de pintura, quiero ver como os desenvolvéis en cada una de ellas y poder sacar el máximo partido vuestras virtudes y mejorar vuestras debilidades.

Me siento enfrente de mi atril revisando que tengo a mano todo el material indispensable para empezar a ejecutar lo antes posible mis mejores técnicas mientras hago lo más me apasiona, pintar.

— Os dejo delante de vosotros varias obras en las que os podéis inspirar. Ser libres de hacer lo que queráis.

Observo detenidamente los tres cuadros del artista: Leonid Afremov y me fijo en cada una de sus obras: Ballons Reflections, París Eifel Towe Lighted y Necessitu of Passion.

Incluso el título de cada una de ellas es hermoso.

Contemplo la técnica de óleo que ha ejecutado el artista y comprendo porque la mayoría de los profesionales se decantan por ella.

Al tardar más tiempo en secar te ofrece la posibilidad de trabajar sobre los colores y realizar mezclas extraordinarias por capas o por pintura directa, no obstante, a pesar de que el proceso es largo, el resultado es maravilloso, por ejemplo, Van Gogh y Monet utilizaron esta técnica en sus obras.

Vuelvo a centrar mi atención en el lienzo en blanco y siento que mi inspiración fluye como quiero, así que con decisión sujeto mi pincel y me dejo llevar por lo que me dictan mis sensaciones mezclando colores, dando pinceladas y texturas por aquí y por allá hasta que finalmente me siento satisfecha con el resultado.

— Muy bien hecho — Marie de Lyon se acerca a mi cuadro — la combinación que has desempeñado me encanta — esboza una sonrisa — el cuadro en general es maravilloso — se aproxima a mi obra y la mira detalladamente.

Observo como mira fascinada mi cuadro hasta que sus ojos se encuentran con los míos y me vuelve a sonreír. 

— Se nota que sabes lo que haces. ¿Pintas a menudo?

— Bueno sí...

— ¿Podría ver tus obras? — su pregunta me desconcierta y me llena de felicidad.

— ¡Sí! Tengo algunos bocetos en mi cuaderno.

— Cuando acabe la clase pasa por mi despacho y me las enseñas.

— De acuerdo.

Finaliza la clase y me voy directa a su despacho tan animada que toco la puerta con los nudillos de mi mano derecha con cuidado de no molestar.

— Adelante.

— Buenas tardes Marie, aquí le traigo unos bocetos como le prometí.

— Ven aquí, siéntate — me señala una silla enfrente de ella.

Le entrego mis bocetos y contemplo como pasa página por página con admiración grabando en mis recuerdos este momento, hasta que cierra mi cuaderno y lo deja sobre su mesa con delicadeza y cuando dirige sus ojos hacia mí, me pongo recta en mi sitio esperando algún comentario negativo.

— ¿Desde cuándo pintas? — pregunta curiosa inclinando su cuerpo hacia delante.

— Desde que tengo uso de conciencia, pero si mal no recuerdo esta pasión la empecé a desempeñar a partir de los seis o siete años en clases de pintura.

— Tienes nivel y tú técnica está bien trabajada, me has dejado sin palabras cariño.

— Gracias señora.

Todo empezó por ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora