Capítulo 6

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Eva llegó quince minutos tarde, estaba enojada con ella misma, era la primera vez que le pasaba. Entró a la oficina un poco nerviosa, no quería que su jefe pensara que porque estuvo en una fiesta en su casa ahora iba a descuidar su trabajo. Dejó el bolso en la mesa y fue a hablar con Dante para disculparse. Ese día tenía la puerta cerrada, eso le extrañó, no era común en él, y no tenía ninguna reunión programada para la mañana. Caminó hasta la puerta y alzó la mano para tocar, pero se detuvo cuando escuchó voces, había otro hombre hablando con el señor Lombardi.

Estaba al regresar a su mesa y ponerse a trabajar cuando escuchó al hombre misterioso hablar un poco más fuerte, y Dante se quedó callado, no respondió, otra cosa extraña ese día. Se acercó más a la puerta para escuchar, pero dio un grito ahogado cuando le tocaron el hombro. Tenía la sensación de que el corazón se le había detenido un momento. Quería correr y esconderse por la vergüenza, Lucas estaba detrás de ella, La estaba mirando muy serio, no era el bromista de siempre.

—¿Qué haces?

—Yo... yo quería hablar con su hermano.

—¿A través de la puerta?

Quería que se la tragara la tierra, se tapó la cara con las manos y pidió disculpas. Lucas le dijo que no lo hiciera otra vez y entró a la oficina de Dante sin llamar.

Regresó a su mesa dispuesta a trabajar, pero las voces altas en la oficina de su jefe la distraía, Lucas y Dante estaban discutiendo. Eva tenía ganas de saber que pasaba ahí dentro, los hermanos se decían muchas cosas en broma, pero eso parecía serio. Veinte minutos después salieron los tres hombres, ahora sonriendo y charlando como si nada hubiera pasado en la oficina.

Ella los miró con la cabeza inclinada, confundida por la actitud de ellos.

—Eva, tengo que hacer algunas cosas con Oliver, de allí voy directo al restaurante para el almuerzo con mi abogado inmobiliario, si surge algo llámame. —dijo Dante, caminando despacio pero sin detenerse, y se fue con Lucas y con el hombre misterioso que Eva supuso que era Oliver.

Siguió su trabajo como cada día, era casi la hora de ir a casa cuando recibió una llamada de Emma, quien la invitaba a un bar.

—Hoy es lunes y llegué tarde, mejor lo dejamos para el fin de semana. —dijo Eva con voz lastimera.

—Un rato nada más. Leo me invitó, pero no quiero ir sola. Sé la mejor amiga y acompáñanos. —insistió Emma con voz quejumbrosa.

—Está bien, pero un rato nada más.

—¡Bien! Te pasaremos a buscar a tu casa. Leo no puede salir antes del bufete.

Eva a veces se iba con ella y antiguos compañeros al salir del trabajo, a un bar a tomar unos tragos, o a veces como ese día iba hasta su casa y se cambiaba de ropa, Leo la buscaba casi siempre en su auto. Eva hallaba curioso que se llevaban mejor y salían más en ese momento que cuando trabajaban juntos. Se había hecho íntima de Emma y Leo, quienes estaban enamorados, pero no daban el primer paso argumentando que podían dañar la amistad si no se llevan bien como pareja. «Hoy se hacen novios o me cambio el nombre. Elisa me gusta, pero espero no cambiarlo.» Pensó Eva con una sonrisa mientras recogía sus cosas para ir a casa.

♥♥♥♥

Leo recogió a Eva, pero no fueron al bar de siempre, lograron entrar a un Club que estaba de moda. Llevaban casi tres semanas tratando de entrar.

—Con las reglas que tiene este Club, tal parece que vamos a entrar al Palacio de Buckingham o al Palacio de la Zarzuela —bromeó Leo cuando estaban frente a la puerta de entrada, Emma y Eva rieron al ver la cara que puso el guarda de seguridad, tal parecía que habían ofendido a su abuela. Y es que el Club tenía un código de vestimenta semi informal o formal, el cual si no cumplías, no te dejaban entrar.

El amor está en litigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora