Capítulo 11

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Las mujeres iban a protestar, pero Laura levantó la mano para que no hablaran.

—Mejor lo dejamos para mañana Gael, el niño está con la niñera y aún tengo que llevar a las chicas a su casa.

—Quiero hablar contigo hoy, estoy seguro de que ellas saben llegar a su casa si tu ayuda. —exigió él.

Las tres mujeres comenzaron a discutir con Gael, pero este siguió empeñado en hablar con Laura.

—Laura es mi mujer, no se metan ustedes. —indicó enojado.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó Lucas, él y Dante acercándose a donde estaban ellos.

—Nada, solo quiero hablar con mi mujer y tus empleadas no dejan de intervenir, sin dejarnos conversar.

—¿Tu mujer? Hasta dónde sé los papeles del divorcio ya se presentaron. Deja de buscar problemas con tu exmujer —Lucas dijo con más fuerza la última palabra.

Gael se enojó con Lucas, y le dijo que no se metiera en lo que no le importaba, que ya había visto como la miraba, pero que olvidara cualquier interés, que Laura aún era su esposa, ya que él no había firmado los papeles del divorcio. Dante intervino cuando vio a su hermano cerrando los puños para pegarle a su jefe económico y amigo, se llevó a este último porque se veía que está un poco tomado, dejando a las mujeres con su hermano.

—Siento que hayan tenido que presenciar esto. —Se disculpó Laura con rubor en las mejillas por la vergüenza.

—No tienes que disculparte. Él es el que tiene que hacerlo. —respondió Lucas aún enojado—. ¿Quieres qué, te acompañe a tu casa?

—Mejor no, pero gracias por ofrecerse. Igual tengo que llevar a las chicas.

—Yo puedo llevar a Lea, y en la mañana pasar por ti. —indicó Eva.

Laura también le agradeció, pero les dijo que era mejor que regresar en su auto. Lucas no estaba de acuerdo, pero se despidió de ellas y se alejó por el estacionamiento buscando su vehículo.

Las tres mujeres que quedaron observándolo, el ambiente se relajó y estallaron de risa cuando a Lea se le ocurrió decir que con la ropa que traía, a Lucas se le marcaba un culo que le daban deseos de morderlo. Bromearon un poco por la ocurrencia de esta, y ella le señaló que estaba segura de que pensaron lo mismo, que no se hicieran las santas. Entre risas pasaron el viaje de regreso a casa.

Laura dejó primero a Lea, y al llegar a la casa de Eva, esta le preguntó si estaba segura de querer regresar sola a su casa, a lo que la rubia respondió que no tendría problemas, estaba segura de que Dante se encargaría de Gael.

—Entonces nos vemos en la mañana en el trabajo. Gracias por traerme —Se despidió Eva.

—¿En la mañana? Dante y el vestido te traen loca. Estamos en la madrugada del sábado, hasta el lunes no hay trabajo.

Se rieron del despiste de Eva, y quedaron en verse el domingo, Laura quería llevar a su hijo al zoológico. Invitarían a Emma para que llevara al sobrino y a Lea.

—Recuerda, si tienes algún problema, me llamas.

—Gracias, aprecio el gesto, nos vemos.

Eva se quedó preocupada, Laura por no buscarle problemas al padre de su hijo, y que el niño llevara una aparente vida tranquila, callaba y estaba pasando un infierno.

♥♥♥♥

Eva pasó un excelente fin de semana, el sábado habló por teléfono con su madre, conversaron sobre la dulcería y Verónica le contó que al principio le costó por el tiempo que llevaba sin trabajar, pero en los meses que llevaba avanzó tanto que pudo contratar a un chico que se encargaba de las ventas. Tenía planeado remodelar y poner unas mesas para los clientes que desearan tomar algo allí mismo. Eva se alegraba por ella y le dijo que cuando tomara vacaciones iría a visitarla, su madre se lamentaba no poder visitarla ella, pero no podía dejar la dulcería por ahora. Y cómo siempre, terminaron la conversación con Verónica preguntando si ya tenía novio.

—No mamá, no tengo novio. Si lo tuviera ya te lo hubiera dicho hace mucho tiempo. —respondió Eva con fastidio—. Siempre es lo mismo, todos viven preguntándome si tengo pareja, cómo si una mujer obligatoriamente tuviera que estar con un hombre.

—No te enojes cariño, es que yo solo quiero tener un nieto antes de morir.

—Por favor mamá, estás supersana, y eres joven, el que te escuche pensará que estás en estado terminal.

—Todas mis amigas tienen nietos menos yo. —dijo Verónica con tono compungido.

—Pues visítalas y ve practicando, para cuando un día muy lejano yo tenga uno hijo, puedas mimarlo cuanto quieras.

—¿Y qué pasa con el chico con el que te escribes?, ese que mencionó tu abuela.

Eva no podía creer que su abuela y su madre estuvieron hablando sobre eso.

—Ni siquiera nos conocemos, ¿y ya quieres que tengamos hijos?

Verónica respondió que podía considerar conocerlo, que quizás le gustase más de lo que pensaba, que llevaban casi dos años escribiéndose. Eva le dijo lo mismo que a su abuela, que lo pensaría.

—Te quiero cariño, ven pronto a vernos, tu padre y yo te echamos mucho de menos.

—Y yo a ustedes, nos veremos pronto.

Eva colgó el teléfono y se fue a dormir temprano, quería estar bien descansada para el día siguiente que sabía sería ajetreado y cansado. La sobrina de Emma era hiperactiva y el hijo de Laura al principio era muy vergonzoso, pero ya había cogido confianza y era un pequeño huracán.

El domingo había sido un día divertido. Las mujeres adultas parecían más niñas que los mismos niños. Después de ver todos los animales hicieron un pícnic en una zona del zoológico, y luego de comer, los niños se quedaron dormidos. Y en ese momento Eva aprovechó para pedir consejo sobre encontrarse con Samael, las demás mujeres le dijeron que se arriesgara, pero en un lugar público y las llamara para saber dónde estaría.

—¿Y cómo lo imaginas Eva? —preguntó Emma.

—He tratado de no imaginarlo.

—Vamoos, que es algo inevitable. —todas rieron con este comentario Lea.

—Valeee, como Matt Bomer.

—Ese actor y Lucas se parecen. —dijo Laura con el ceño fruncido.

—¿Sí? No me había dado cuenta.

Desde ese momento hasta que cada una fue a su casa, cada vez que se acordaban le hacían un comentario en broma a Laura por celar a su jefe. Y ella, diciendo que aborrecía los celos, solo había un cometario inocente, porque en realidad se parecían.

♥♥♥♥

Era tarde en la noche, pero Eva estaba con el teléfono en la mano, decidiendo si responderle el mensaje que Samael le envió luego del saludo y las bromas que siempre hacían. El cual decía: «¿Hay alguna fantasía que te gustaría hacer conmigo?»

Respiró profundo y le escribió: «Contigo me gustaría cumplir unas cuantas fantasías, pero ¿qué tal si empezamos conociéndonos?»

Eva se puso nerviosa mientras espera la respuesta de Samael, las manos le sudaban y se mordió una uña.
Él tardó un poco en enviar la respuesta.

«¿Estás segura? A mí me encantaría conocerte».

Eva le respondió que estaba segura y Samael le comentó que llevaba mucho tiempo queriendo invitarla a salir, pero pensaba que ella no aceptaría.

Como ambos trabajaban, se citaron para el viernes en la noche. Irían a un bar que era conocido en la ciudad, pero a pesar de eso tenía buen ambiente para conversar. Samael quería recogerla en su casa, pero Eva declinó la oferta y le contestó que mejor se encuentran allí. Al terminar de planear la cita, charlaron un poco más y se despidieron.

Ella sin poder creer que por fin se conocerían. Preguntándose ¿Se llevaría un buen chasco, o sería mejor de lo que esperaba?

Ella esperaba que fuera lo último.

El amor está en litigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora