Una semana después
Eva y Laura estaban junto a Dante y Gael en la oficina de Lucas, esperando que su jefe terminara de revisar los documentos que las secretarias llevaban un tiempo conciliando. Gael se quejó muy enojado porque no le avisaron de esto.
—Fueron revisiones de rutina, Laura y Eva llenando la base de datos como hacen cada mes, no creímos necesario informarte de ello. —respondió Lucas a las quejas del director económico.
La semana pasada había sido de mucho ajetreo y estrés en la empresa. Los documentos que Eva y Laura habían estado revisando no coincidían con la información dada a cada departamento, unas veces falta y otras sobraba dinero. También había incongruencias en los contratos, que Dante estaba seguro de que no estaban así el día que se firmaron, y Lucas lo corroboró.
Gael no paraba de decir que la información brindada por él tampoco coincide con lo que las secretarias habían presentado, que debía de haber un error, y que había que revisar todo, incluso de fechas antes, a la primera falta que se presentó.
Lucas le pidió que regresara al departamento y con sus subordinados revisaran cada documento. Gael lo hizo y junto a Isabel, que se había incorporado a trabajar y estaba ayudándolo, junto a la secretaria de él y otra persona que trabajaban con ellos, a conciliar toda la información posible.
Laura y Lucas estaban en la oficina de este último comprobando nuevamente la información recogida por ella. Mientras Eva y Dante examinaban con atención cada contrato, incluyendo algunos de cuando Sofía trabajaba para ellos, y llegaron a la conclusión que el departamento jurídico no tenía ningún error, todos provenían del departamento económico.
—Nunca dudé que hubieras cometido un error, pero tenía que cotejar todo, lo entiendes, ¿verdad, Eva? —preguntó Dante tomándose un descanso.
—Lo entiendo, no te preocupes. —respondió ella y preguntó—: ¿Crees que Gael tenga algo que ver con esto? ¿Estará llevándose dinero?
—No lo creo, debe de haber otra explicación. —respondió Dante, suspiró y se pasó la mano por el cabello—. Se ha ganado el puesto que tiene por competente y la confianza que le tenemos.
—El error viene de su departamento.
—Como ya dije, debe de haber una explicación. —dijo él y se paró de la silla —. Regresemos con ellos, para ver que han encontrado.
Eva lo siguió mientras pensaba que quizás lo estaba juzgando por lo que le había hecho a Laura, y que sería mejor separar las cosas.
A medio camino se encontró con Laura y Lucas, y la secretaria le confesó su preocupación, no quería que el padre de su hijo tuviera problemas, le afectaría mucho al niño.
—Dante cree que es un error, pero no culpa a Gael. —murmuró Eva para que solo la rubia la escuchara—. Ten fe tú también.
—Esperemos, a pesar de lo que pasé con él, no le deseo mal. —respondió Laura, también murmurando.
Al llegar al departamento económico, la secretaria de Gael estaba llorando, pidiendo disculpas y diciendo que no la despidieran.
—No sé qué pasó, siempre tengo mucho cuidado con todos los documentos, reviso cada uno antes de entregarlos. —decía Alina sin dejar de llorar.
—Pues el error se encontró en tu computadora. —decía Isabel con su hablar pausado.
—¿Gael no tiene que firmar todo antes de entregarlos? — preguntó Eva y todos la miraron.
—Sí, pero lo que yo firmé, no tiene nada que ver con lo que tú y Laura presentaron.
—Exacto y hay firmas que no coinciden. —Volvió a intervenir Isabel.
—Por favor no me despidan, prometo revisar todo con más cuidado de ahora en adelante. —Imploró Alina.
Todos la miraron, pensando que no podía ser posible que pidiera eso, ya que podía ir a prisión por falsificar la firma de Gael, entre otros cargos. Dante se lo hizo saber y ella lloró más fuerte, y pidió que no llamaran a la policía, a esto Lucas dijo que no podía hacer nada, que falta mucho dinero, y había que hacer una auditoría, Dante y Gael estaban de acuerdo con eso. George, el otro miembro del departamento, pidió un descanso para comer algo, ya que con el ajetreo del día no había comido nada y era pasada las seis de la tarde, estuvieron de acuerdo y se fueron a la cafetería cercana a la empresa, Alina e Isabel se quedaron argumentando que no querían comer nada, que se quedarían esperándolos allí.
—Nunca desconfié de ella, parece una buena persona. —decía Gael cuando se sentaron a la mesa.
—A mí me da lástima, ella me ayudó mucho cuando entré a trabajar aquí, no la creí capaz de hacer lo que hizo. —comentó Laura y estuvieron de acuerdo con ella.
Al terminar de comer, regresaron a la empresa y cuando estaban saliendo del ascensor vieron a Isabel saliendo de la oficina de Lucas, como si estuviera buscando algo.
—No encuentro a Alina por ninguna parte, creo que escapó cuando fui al baño. —dijo cuando llegó hasta donde estaban los recién llegados.
—¿Buscaste bien? Seguramente está en alguna parte de las oficinas o en el baño. —preguntó Lucas.
Veinte minutos más tarde se dieron por vencidos al no encontrarla y Lucas llamó a la policía.
Una hora más tarde le informaron al policía que vino al llamado que hicieron, que Alina tampoco estaba en su casa, ni en la de ningún familiar o conocido.
—Lo siento, señores, pero no podemos hacer nada más por ahora, ya tomamos la denuncia y estaremos pendientes de la mujer. —señaló el detective y comentó—: Si ustedes tienen alguna pista o algo, no duden en llamarme.
Le dieron las gracias y cuando el detective se fue se quedaron en silencio y con un poco de nerviosismo, procesando lo que acababa de pasar ese día, la única que aparentaba calma era Isabel, pero era algo normal en ella. La semana que había pasado, Eva se había acostumbrado un poco a ella, aunque aún no lo veía tan normal como los demás, y se lo dijo en voz baja a Laura, a lo que esta le respondió que también le resultaba extraño a pesar de conocerla hacía unos cuantos años, y que no olvidara lo que le dijo hacía unos días, que no se confiara de esa aparente calma.
Ya tarde en la noche cada uno se fue a su casa, Laura llevó a Eva, no quería que tomara el metro o un taxi tan tarde.
❤❤❤❤
Eva estaba saliendo del baño cuando sintió que tocaban a la puerta, fue hasta allí preguntándose quién sería a esa hora tan tarde, miró por la mirilla antes, y del otro lado de la puerta estaba Dante, con la misma ropa que traía durante el día. Cuando le abrió la puerta, él le preguntó si podía quedarse con ella esa noche; ella solo se apartó para que pasara sin decirle nada. Él se acercó a ella, le dio un beso y le pregunto si podía darse un baño.
—Por supuesto, ya sabes dónde está todo. —respondió Eva sonriendo y él le devolvió la sonrisa con un poco de pereza.
Eva regresó a la habitación y se puso un chemise nightown estilo en V profundo y el frontal abierto, no lo usaba mucho, pero quería verse sexy y no lo lograría con el que usaba a diario.
Dante al salir de baño, y verla como estaba vestida, se pasó la lengua por los labios, se los mordió suavemente, mirándola de arriba a abajo.
—Vine solo a dormir y mañana hablar contigo, pero no me lo pones fácil. —dijo él con mirada intensa, y agregó—: Tu nombre va muy bien contigo, porque eres provocadora e incitadora, ¿Dónde está el fruto prohibido?
Eva se rio con lo que le dijo, pero dejó de hacerlo porque esas palabras le hicieron recordar a Samael, estaba segura de que le hubiera dicho algo así.
—¿Pasó algo? ¿Por qué dejaste de sonreír? —preguntó Dante con el ceño fruncido.
«¿Le digo o no el motivo? ¿Será bueno o no?» Pensó Eva y tomó un mechón de cabello entre los dedos con nerviosismo, con la respiración y los latidos del corazón acelerados.
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El amor está en litigio
Romance¿Quién dice qué no se puede ser romántica y profesional a la vez? Eva es una secretaria jurídica, romántica a más no poder. Una mujer que no tiene miedo de demostrar sus emociones. Sueña con tener un amor como el de sus abuelos, que se demostraban a...