Capítulo 26

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Dante sintió que el corazón se le detuvo por un momento al escuchar lo que leyó el detective en la nota. Un sudor frío le invadió el cuerpo al pensar en lo que hubiera pasado si Eva hubiese estado en la casa, conociéndola, estaba seguro de que hubiese peleado con Alina si tenía oportunidad. No pudo contenerse y fue hasta donde estaba ella, la tomó por la cintura y la acercó a él para abrazarla, lo hizo más fuerte de lo que tenía pensado, pero el miedo hizo que reaccionara de esa manera.

El detective le preguntó a Eva si tenía donde quedarse por unos días, solo hasta que dieran con el paradero de la ex empleada de los Lombardi. Ella trató de mirar a través de Dante, pero el abrazo tan fuerte no le dejó mucho margen de movimiento, y tuvo que responder casi sin escucharse su voz, diciendo que ya encontraría una buena empresa que instalara sistemas de seguridad.

—Se irá a mi casa, conmigo, detective, no la dejaré sola. —informó Dante sin soltarla de su abrazo.

Ella no estaba de acuerdo con esa decisión, sin embargo, no quería discutir delante del policía, decidió que en cuanto se fuera el agente, se lo haría saber de forma contundente.

—Seguiremos trabajando para capturar a su ex empleada, haremos nuestro mayor esfuerzo. No crea que no le estamos dando importancia al caso. —anunció el detective cuando Dante manifestó su inconformidad por el trabajo policial hecho hasta el momento.

Al irse la policía y el cerrajero, Eva le informó a Dante que se quedaría en su casa, y en la mañana hablaría con Lucas para preguntarle que empresa estaba usando para instalar la seguridad en casa de Laura.

—Creo que estás siendo testaruda, en mi casa estarás mejor protegida. —objetó Dante—. Y no estaré tranquilo dejándote sola.

—No quiero que estés incómodo en tu propia casa, tratando de explicarme a cada rato que será algo temporal para que yo no piense que tenemos una relación más formal. —refutó Eva—. Sé que le tienes fobia al compromiso y tendrás miedo que yo te exija más al vivir juntos, aunque sepas que es por un período corto de tiempo.

Él quedó pensativo, digiriendo lo que ella le comentó, y llegó a la conclusión que prefiere eso a estar con el miedo contante que le suceda cualquier cosa, porque no se sabe hasta cuando encontrarán a Alina, y si lo harán en algún momento.

Al ver que ella seguía con dudas, se acercó y con voz mesurada le pidió:

—Di que sí, por favor.

Eva claudicó, haciendo que Dante sonriera de felicidad, le tomara la cara entre sus manos y le diera un beso cargado de muchos sentimientos.

Tomaron las cosas de Eva y salieron de la casa con destino al apartamento de Dante, hasta que pudieran ir para la casa de campo. Se fueron sin darse cuenta de que los observaban desde la distancia, una mujer muy enojada y con sed de venganza.

—En algún momento estarás sola y ahí nada podrá evitar que recibas tu castigo. —dijo con los dientes apretados por el enojo.

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Un mes después

Había pasado un mes desde que llegaron de Francia y ese día, fue que pudieron tomarse un día libre después de la locura del primer día. Entre todos habían podido rehacer documentos y dejar un poco más de orden. Lea había sido la secretaria provisional de Gael hasta que él encontrara una nueva, aunque decía que estaba encantado con ella y quizás le rogara para que no lo dejara, haciendo reír a los demás cada vez que lo decía, porque ella respondía de forma sarcástica cada una de las veces que lo escuchaba.

Esa tarde, Eva y Dante estaban disfrutando de la piscina. Él leía un libro en una tumbona a la orilla del agua y ella estaba buscando un protector solar para nadar un poco. Lo encontró y comenzó a pasarlo por todo su cuerpo, estaba pasando crema en las piernas cuando sintió que la estaban observando, al levantar la mirada, se percató que era Dante quien estaba mirándola fijamente. Cuando pasó a la parte trasera, se detuvo.

—¿Me ayudas? —pregunto de forma coqueta.

Dante no la hizo esperar y le aplicó la crema en la espalda, al terminar le pidió que esperara un poco, que iría a buscar una crema para darle un masaje.

Ella tomó una toalla y la extendió en la amplia tumbona de madera, se acostó abajo, y sonrió al escuchar el gemido de Dante al verla solamente con una pequeña tanga, cuya tira se perdía entre sus nalgas.

Él inició su recorrido por la espalda, y ella cerró los ojos para disfrutar de las caricias, que ya llegaban más abajo de la espalda.

Dante tomó un poco de crema en la mano y la esparció por las dos piernas, como si le estuviera dando un masaje, acercándose a las nalgas, pero sin tocarlas; bajaba hasta las pantorrillas y al subir a la rodilla le separó las piernas dejándolas un poco abiertas, Eva se sentía expuesta, sabía que él estaría viendo la tira del pequeño tanga metida entre las nalgas y notaria también el triángulo de tela que cubría la vulva humedecida por lo excitada que estaba.

Después de un tiempo acariciando las piernas de Eva, Dante tomó más crema y frotándose las manos lo aplicó sobre la espalda, ella sintió un leve escalofrío, pero le gustó la sensación de sus grandes manos sobre su piel, abrió los ojos para verlo y él estaba observándola sin quitar la mirada de su cuerpo, sus ojos brillaban por la emoción y por el placer, su pene se notaba muy erecto bajo el short. Él la vio mirándolo y sonrió complacido.

Continuó desplazando las manos por todo el cuerpo de ella, produciéndole mucho placer, Eva estaba excitándose cada vez más, él la acariciaba desde el cuello hasta bien abajo, llegando a meter un poco los dedos bajo la tira del tanga; luego subía por los laterales tocándole un poco los senos.

Dante tomó el tanga por las tiras y lo bajó hasta dejarla completamente desnuda. Tomó más crema y empezó a acariciarla entre las nalgas, comenzando en el ano y llegando hasta la vulva. A Eva le daban escalofríos de placer al sentir los dedos cerca de su ano, queriendo que la caricia fuera más intensa. Dante le acarició el clítoris, rozándole los labios, llevándola a un estado de excitación alto, haciendo que le mojara los dedos de lo húmeda que estaba. Él se dio cuenta de lo excitada que estaba y le pidió que se diera la vuelta para seguir su masaje en la parte frontal. Ella obedeció de inmediato, y se acostó de espaldas, dejando los brazos a los lados de su cuerpo, eso hizo que sus senos se levantaran un poco, atrayendo los ojos de Dante sobre ellos, que los tomó en sus manos y los acarició. Bajó la mano lentamente hasta llegar al pubis, le acarició la vulva, separó los labios y con un dedo le acarició el clítoris mientras la miraba a los ojos.

Metió suave y lento un dedo dentro de la vagina, lo sacó despacio y la volvió a penetrar con dos, haciendo que se le enroscaran los dedos de los pies por la pasión. La folló con los dedos y con la otra mano le tomó un seno, pellizcándole el pezón. Las sensaciones que estaba experimentando Eva, eran tan intensas, lograron que gimiera de puro placer.

Dante se detuvo y la beso en la boca, chupando y mordiéndole los labios, metiendo la lengua cuando ella entreabrió un poco la boca. Fue bajando por todo el cuerpo, acariciándola lentamente la boca hasta llegar a la vulva. Le abrió los labios, le acarició la vulva y los labios, y sumergió la lengua dentro de la vagina, sacó la lengua y acordándose del castigo que Eva le dio, le mordió muy suavemente el clítoris, haciendo que ella levantara la pelvis del placer que sintió.

Eva abrió más las piernas, él las tomó y las puso sobre sus hombros. Comenzó a chuparle el clítoris y con un dedo le penetra el ano, Eva sintió mucho placer, las sensaciones intensas no disminuían, Dante siguió chupando y metiendo el dedo rápidamente, logrando que Eva se corriera con un grito de placer.

Cuando bajó de la nube del orgasmo, sonrió con pereza y muy de manera sugerente le dijo que le tocaba a él.

El amor está en litigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora