Capítulo 25

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Eva y Dante se encontraban en la terraza compartiendo el desayuno con Adrien, el francés estaba empeñado en que Eva comiera todo lo que pudiera de las comidas típicas de la región, para el desayuno pidió que hicieran Gateau Basque, un pastel relleno con cerezas negras y mermelada de frutas. La noche antes, en la cena, prepararon Entrecôte de Boeuf, un platillo que consistía en carne de buey bañada en salsa bordelesa, acompañada de ensalada y espárragos salpimentados, todo acompañado de vino del viñedo Bouchet.

Estaban riendo porque Eva le preguntó a Adrien si quería que se fuera de Graves con muchísimos quilos de más.

—Solo quiero que hables bien de la gastronomía de Burdeos, quizás una de tus amigas quiera una cita conmigo. —bromeó Adrien—. Y para que veas que soy muy buen anfitrión, tendrás una cena ligera.

—¿Qué exquisitez comeré hoy?

—Garbure, una sopa elaborada de col y hortalizas, también se le agrega carne de cordero, es una delicia de platillo, te lo aseguro.

Eva protestó porque no creía que pudiera negarse a comer, se le hacía agua la boca solo de pensar en todo lo que le había dicho, se sonrojó un poco cuando Dante le dijo que ella estaba perfecta y seguiría así, aunque como decía ella subiera unos quilos de más.

—¿De veras eso crees? —preguntó Eva jugueteando con un mechón de cabello y mordiéndose el labio.

—Eres preciosa. —respondió Dante acercándose a ella.

Adrien se despidió cuando Dante le quitó el labio de entre los dientes y le dio un beso, terminando con una suave mordida.

—Creo que ya sobro aquí, voy a ver si mi hija ya despertó para darle un beso de buenos días, antes de ir a trabajar. —informó Adrien sonriendo mientras se levantaba de la mesa.

Ellos rieron y volvieron a besarse, haciendo que Adrien estallara en una carcajada al ver como nos les importaba que los vieran tan cariñosos, principalmente Dante, quien era alérgico a esas muestras de cariño en público, aunque fuera delante de su amigo.

Al quedar solos, Dante le comentó que habían tenido pocas citas en lugares públicos, la mayoría de las veces se veían en la casa de alguno de los dos, y a él le gustaría hacer algo fuera de lo habitual. Eva al escuchar esto pensó que era hora de preguntarle por qué había ocultado que era Samael, quería respuestas a todas las preguntas que tenía para él. Estaba pensando cómo iniciar la conversación y cuando fue a hablar, una llamada telefónica interrumpió el momento.

Ella siguió desayunando sin prestar mucha atención a la conversación que mantenía él, por lo que decía, ella dedujo que era Lucas el que estaba del otro lado del teléfono, se recostó en el respaldo de la silla y miró hacia el campo de vides, disfrutando de la vista y una tasa de café mientras esperaba que Dante terminara la llamada telefónica.

Se puso alerta cuando escuchó el nombre de Laura y el de Alina, pero como no estaba prestando atención, no sabía por qué se mencionó los dos nombres juntos.

Siguió esperando con impaciencia a que Dante terminara, pero como demoraba mucho tomó su teléfono y llamó a Laura, su amiga respondió después de varios tonos.

—Hola Eva, ¿cómo estás, cariño?, ¿ya supiste lo que pasó? Esa mujer está loca. —contestó Laura un poco alterada.

—Dante aún está al teléfono con Lucas y parece que es para largo, ¿qué pasó?

—Alina entró a mi casa y destrozó algunas cosas.

—¿Estaban tú y el niño en la casa? —preguntó Eva preocupada.

El amor está en litigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora