Capítulo 20

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Eva pensó que, si no estuviera sentada, hubiese caído al piso, las piernas le temblaban. Tenía la garganta atorada por las lágrimas. Respiró un poco aliviada al escuchar la respuesta de Dante.

—¡¡No!! —respondió inmediatamente Dante—. Bueno, no sé, supongo que lo normal para alguien con mi enfermedad. Yo recibí un trasplante de médula gracias a Lucas, estoy bien, puede empeorar si no me cuido, pero me hago chequeos regulares, por eso Oliver y los demás viven detrás de mí.

—Entonces, ¿Por qué no tienes ninguna relación estable? ¿No quieres hijos, una familia?

—Como dije, me cuido y puedo durar muchos años, pero ¿Y si muero dentro de un año o dos? Dejaría una viuda, o hijos pequeños sin un padre, prefiero no tenerlos. —respondió Dante agachando los hombros y cabeza—. Me gustaría, pero no puedo.

—Nunca pensé que fueras un cobarde.

Dante levantó la cabeza con presteza y le preguntó por qué le ha dicho eso, si él había luchado para vivir.

—Pero no vives por completo, quieres una familia y no te atreves ir por ella.

Dante no respondió, se quedó pensando en lo que le había dicho. Luego de un tiempo le dijo que no cambiaría de parecer, seguiría como hasta ahora estaba su vida.

—Bueno, ya eso es decisión tuya, y por lo que veo, estás convencido. —comentó Eva y luego de una pausa preguntó —: Ahora dime, ¿Qué buscas conmigo?

—¿Qué busco contigo? No busco una relación. —respondió Dante y prosiguió—: Quiero vernos cuando queramos, sin ningún compromiso.

Eva lo pensó un momento y le respondió que si sería una relación abierta, donde podrían verse con otras personas. Dante enseguida le dice que no, que no la compartiría con nadie, qué sería una relación exclusiva, pero sin compromiso.

—Así que ve diciéndole a la muñequita rubia que no estarás disponible. —Terminó diciendo Dante con el ceño fruncido.

Eva puso los ojos en blanco y le repitió que ella y Leo solo eran amigos, pero que si ella quisiera estar con él, Dante no podía impedírselo. Él iba a protestar, pero Eva se puso de pie y le pidió que le diera más elementos para pensar en su propuesta, con lo que le había dicho, no la convencía.

Dante le respondió que no buscaba una relación para pasar la eternidad juntos, no quería casarse y que no le diría que vivirían felices por siempre.

—Interesante —dijo Eva y comenzó a pasearse por la habitación.

—No quiero hacerte falsas promesas.

—Y eso me gusta, que seas claro. No, que me digas que seré la única, y detrás de mí tengas diez más.

Dante le prometió que no jugará con ella de esa manera, quería quererla sin ataduras, sin pensar en futuras reacciones. Él se puso también de pie, se acercó a ella y acariciándole la mejilla le dijo:

—Déjame quererte cada día, sin pensar en lo que sentiremos mañana.

Ella le contestó que tenía mucho que procesar, que le daría una respuesta en la mañana, que le hiciera el favor de no ir por su casa, quería estar sola mientras lo pensaba, él le dio un beso muy suave y le aseguró que le daría el tiempo que ella necesitara.

Eva se alejó con la cabeza inclinada, tan concentrada en lo que habló con Dante, que no se percató que la estaban observando desde las sombras al salir a la calle.

♥♥♥♥

—¿Te rechazó? —preguntó Lucas desde la puerta.

Lucas se acerca hasta donde estaba su hermano y se sentó en una de las sillas frente a él.

—Si no fuera porque solo puedes tomar una cantidad limitada de alcohol, te invitaba a emborracharnos.

—Aún no ha dicho que no. —respondió Dante, y bromeando le dijo—: pero yo puedo mirarte, hacer el tonto si lo necesitas.

Lucas tomó un objeto pequeño de la mesa y se lo tiró, Dante lo tomó en el aire y los hermanos comenzaron a reír.

Dante, al ver el estado de ánimo de su hermano pequeño, le preguntó que le sucedía esos días, estaba seguro de que no era por lo que había sucedido en la empresa. Lucas se sinceró con él y le contó lo que pasa entre él y Laura, a lo que Dante le dijo:

—Tienes que entenderla un poco, no debe ser fácil para ella. Lo mejor que puedes hacer es aceptar lo que te propone y entonces ahí ayudarla a perder el miedo.

Lucas hizo silencio, sopesando lo que le había dicho, pensando que tal vez su hermano tenía razón.

—¿Estás preparado para cuándo Gael se entere? —preguntó Dante luego de un tiempo.

Lucas se pasó una mano por el cabello y respondió que no, pero que se le ocurriría algo llegado el momento.

—Él sabe que siempre sentiste atracción por ella, no creo que lo tome muy bien. —comentó Dante mientras guardaba algunos documentos.

—Gracias por el aliento. —le dijo Lucas con ironía.

—De nada, para eso estoy, hermano. —respondió Dante también con ironía.

Pero al ver la cara de desaliento de Lucas le dijo que estaría ahí para él, como siempre había hecho, y que no se preocupara antes de tiempo.

Lucas dijo que necesita un trago, se puso de pie y fue hasta la mesita, donde Dante tenía algunas botellas y vasos, sin ver que alguien se retiró rápido para que no lo vieran.

Tomó un trago de whisky en un vaso y regresó frente a Dante.

—Cambiando de tema, ¿Dónde crees que está Alina?

Y se enfrascaron en el tema en cuestión, sin poder creer que la secretaria hubiera hecho tanto sin ellos darse cuenta. Era las nueve de la noche cuando se fueron a casa.

Lucas al edificio donde vivía y al dejar el auto en el garaje subió en el ascensor, al abrirse las puertas Gael lo estaba esperando, no se sorprendió, lo conocían y estaba seguro de que por eso lo dejaron entrar. Pero Gael sin darle tiempo a nada, lo golpeó fuerte, haciéndole dar unos pasos hacia atrás por el impacto del golpe.

—¿Cómo pudiste? Pensé que eras mi amigo. —gritó Gael enojado—. Sabías por qué te lo dije en varias ocasiones, que quería reconquistar a Laura.

Lucas no sabía qué decirle al ver que comenzó a llorar. Lo quería mucho como amigo, pero también ama a Laura. ¿Qué podía hacer o decir? Sintió como si estuviera hundiendo su mundo, una sensación de que el cuerpo le pesaba, le invadió.

Intentó tocar a Gael, pero este se apartó, no con repulsión, sino con desilusión. Lucas lo miró a la cara y solo vio tristeza. Lucas se preguntaba Por qué la vida se complicaba tanto, los quería a ambos en su vida, Gael había sido su amigo desde que se conocieron a la edad de diez años, cuando este se mudó cerca de su casa, y Laura había sido su amor secreto desde que la conoció al entrar a la empresa y sin saber que mantenía una relación con Gael.

—Lo siento. —Fue lo único que pudo decir.

Gael le dio un golpe a la pared dando un grito, subió al ascensor y se fue, dejando solo a Lucas en la entrada de su casa.

♥♥♥♥

Mediodía del día siguiente

Dante se paró en la puerta que separaba la oficina de él y la de su secretaria. Observó a Eva, que desde que llegó casi no le había dirigido la palabra, solo para cosas muy puntuales del trabajo.

«¿Me dirá que no? ¿Hice mal en decirle de mi enfermedad?» Pensó Dante.

Iba a regresar a su oficina, pero lo pensó mejor y se dirigió hasta donde estaba Eva, puso las manos sobre la mesa y con calma le preguntó:

—¿Me vas a ignorar todo el día?

Eva levantó la vista y se quedó observándolo sin decir nada, y esto exasperó a Dante.

—Dime cualquier cosa. —demandó con ímpetu, y luego preguntó—: ¿Su silencio es un no?

El amor está en litigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora