—Vale, quizás me moleste si es con alguna mujer, pero solo si te citas con ella para pasar el rato por placer—responde Eva—. Si es algo como lo de ahora no me molestaría, entendería que fue solo un juego. No quedé con él a cenar porque me gusta, lo hice por los niños y mujeres que no tienen quien los ayude.
Dante seguía enojado, y le dijo que esa cena se interpondría en el viaje que tenían planificado, ella le prometió que hablaría con el ganador de la subasta para cambiar el día, pero él seguía ofuscado. Eva, al ver como estaba actuando, se giró hacia donde estaba Bruno y le pidió:
—Por favor, hable usted con él, yo estoy al perder la paciencia.
Bruno suspiró y le indicó intercambiar asientos, pero Dante le tomó el brazo a Eva impidiendo que se levantara, le dijo que no es necesario, que, aunque él protestara y se enojara, la cena seguiría su curso.
—Hijo mío, ser tan celoso, no está bien, ni es saludable. —le dijo Bruno a Dante—. Ella es tu mujer y debes de confiar en ella, si no Eva se va a cansar y te va a abandonar.
Dante miró a Eva al escuchar esto, le recordó en voz baja que prometieron un año, y que no podía abandonarlo. Ella le indicó que escuchara bien lo que hablaba su padre, porque podía suceder eso mismo que le estaban diciendo.
En la mesa también estaban Gael y Lucas con caras enojadas, Laura también tendría una cita con Mario, un economista de una empresa, un piso más abajo de la empresa de ellos. Gael no quiso pujar porque sabía que Laura no estaría de acuerdo, y Lucas tampoco lo hizo porque no quería restregarle más su relación con Laura a su amigo, ellos mantenían su relación en secreto.
Las únicas que estaban felices en la mesa eran Eleonor e Isabel, esta última porque estaba disfrutando del drama de Dante, y para encender más fuerte la llamarada dijo a todos mirando al hombre de la discordia:
—El caballero es muy guapo, se ve muy bien de esmoquin, yo también estaría celosa si fuera Dante.
Eva y Laura la miraron con enojo, y Eleonor comenzó a reír diciendo que Isabel tenía razón.
—Puedes pedirle salir si te gusta tanto. Tú no tendrás una cita, así que podría ser cualquier día. —le sugirió Eva a Isabel, ya que ella no participó en la subasta; y agregó haciendo sonreír de orgullo a Dante—, Con mi ogro tengo bastante, no necesito un muñequito de pastel.
Isabel sonrió para disimular delante de la familia Lombardi y de Gael, diciendo:
—Por supuesto que en esta mesa hay hombres mucho más guapos.
La noche terminó como al principio, todos contentos y agradecidos de haber recaudado tanto dinero.
Eva habló con Michael, el hombre de la cita y le pidió cambiar el día, él aceptó gustoso y se despidió de ella dándole un beso en la mejilla. Ella miró para donde estaba Dante, pero respiró con alivio al ver que él estaba mirando para otro lado. Pero al llegar donde estaba el grupo de personas, Isabel comentó el beso.
«¿Esta mujer no tiene nada que hacer, que solo observar lo que yo hago?» —Pensó Eva mirando a la Isabel con los ojos entrecerrados.
Dante volvió a enojarse y le comunicó que se iba a su casa, estaba muy cansado, pero ella se dio cuenta de que era por lo que había dicho la entrometida y cizañera de Isabel. Ella estuvo de acuerdo en irse, su cometido lo había cumplido y no quería que la noche terminara con ella e Isabel peleando. Se despidieron de todos y se fueron hasta el auto, recorriendo todo el camino en silencio, ninguno de los dos quería romperlo. Cuando llegaron frente a su casa, Eva se bajó y caminó hacia la puerta, pero se detuvo cuando no sintió ni vio a Dante detrás de ella, al mirar hacia atrás lo vio todavía sentado dentro del auto.
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El amor está en litigio
Storie d'amore¿Quién dice qué no se puede ser romántica y profesional a la vez? Eva es una secretaria jurídica, romántica a más no poder. Una mujer que no tiene miedo de demostrar sus emociones. Sueña con tener un amor como el de sus abuelos, que se demostraban a...