Capítulo 31

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Dante observaba a todos los que estaban reunidos, recostado en la baranda de la terraza, estaban conversando entre ellos, desbordando felicidad. Después de la fiesta, su madre se autoinvitó y con ella a la familia de Eva, a su hermano y a su papá.

Dante movió la cabeza de un lado a otro y sonrió, pensando que Eleonor se veía un poco más relajada, desde que supo de su enfermedad la notaba tensa, aunque ella quería aparentar tranquilidad, él pensaba que su madre quería un nieto que ocupará su lugar cuando muriera, pero con la revelación que le hizo en la noche, cambió de pensar.

«Eva se alejó bailando y Dante se quedó solo, feliz por ella, sonrió cuando su prometida sacó a bailar a Charles y él se hizo de rogar, para terminar bailando más que todos los que bailaban en ese momento.

Dante votó un poco de vino al sobresaltarse cuando su madre habló a su lado.

—Estoy muy feliz por ti cariño. Necesitabas alguien así en tu vida.

Dante le apretó la mano cuando Eleonor la puso encima de su brazo.

—Ahora debes estar muy contenta, porque puede que en un futuro Eva y yo, podamos tener un hijo.

—No voy a negar, que me gustaría tener nietos, que sean hijos tuyos, pero lo que me hace feliz es que tú eres muy, pero muy feliz, y eso me basta. —Eleonor tomó una pausa, suspiró y mirando a Dante, le confesó—: Sé que fui muy pesada con que te casaras y tuvieras hijos, no lo hacía para quedarme con una parte de ti, estoy segura de que muchos piensan eso, pero lo hacía para que fueras feliz el mayor tiempo posible. Tu hermano y tú desde que nacieron solo me dieron alegrías y quiero que puedas tener eso. Mira a Eva, ella le da color a tu vida.»

Dante regresó al presente y volvió a mira a Eleonor, solo pudo pensar que, si le pidieran escoger una madre, la volvería a escoger a ella.

—¿Qué ronda en tus pensamientos que miras de lejos como se divierten y no te unes a ellos? —preguntó Eva abrazándolo por la cintura.

—Disfrutaba la vista de nuestras familias reunidas, viendo la alegría que hay en la casa desde que ya no somos cuatro personas, donde una era la que trataba de que todos nos viéramos así. —respondió Dante dándole un pequeño beso—. Pero ahora que estás aquí, junto a mí, unámonos y disfrutemos junto a ellos.

Ella lo miró con amor, le brindó su mano y cuando él la tomó, caminaron hasta la mesa, se sentaron y rieron de la broma que acababa de hacer Lucas.

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Tres días después

El teléfono de Dante dio varios tonos y él lo tomó medio dormido, a su lado Eva se movió inquieta por el cambio de posición que hizo él, al ver el identificador de llamadas vio que era Lucas quien lo llamaba, consternado se preguntó qué querría su hermano tan temprano, era solo las cinco treinta de la mañana.

Lo saludó, pero Lucas fue directo al grano.

—Me acaba de llamar el detective. Lograron capturar a Alina, está siendo llevada a la estación policial.

Dante se sentó en la cama al escuchar tan excelente noticia.

—¿Qué más dijo el detective? ¿Dónde te encuentras?

—De camino a la estación, quiero estar allí cuando el detective termine el interrogatorio.

—No vemos allí, también quiero participar en esa conversación.

Los hermanos se despidieron y cuando colgó el teléfono, despertó a Eva moviéndola por un brazo hasta que abrió los ojos.

—Quiero dormir un poco más. —protestó ella mirando el reloj con los ojos entrecerrados.

El amor está en litigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora