Mordida Por El Alfa (Jeon Jungkook) (T1)

El Prisionero

Era él.

El hombre de mi sueño. No podía negarlo. ¿Pero cómo?

Era exactamente como lo recordaba, pero mucho más aterrador. Verlo de nuevo me dio ganas de gritar.

No me quitó los ojos de encima. Incluso cuando Alex lo reprendió desde detrás de la pared de plexiglás, su mirada no se desvió.

Sabía que lo había reconocido. Lo vio en mis ojos. Quise apartar la mirada, pero no pude.

Sonrió como si supiera algo que yo no sabía.

Sentí que la sangre salía de mis mejillas mientras mi cara se ponía blanca.

Kook me miró, preocupado.

-¿Mari? -Kook me llamó.

Pero no podía apartar la mirada.

-Mari -dijo, más preocupado.

Mi cuerpo estaba rígido.

Y fue entonces cuando lo escuché. Como un susurro en mi cabeza.

Hola, Mariana. Me alegro de volver a verte.

Jadeé al salir de mi trance.

Me giré hacia Kook, jadeando.

-¿Mari? -preguntó Kook- ¿Estas bien?

-Lo siento, yo... No se que me ha pasado -me temblaba la voz. Quería contarle a Kook lo de la voz, pero no estaba segura de lo que había oído fuera real.

¿Me estaba jugando una mala pasada la mente?

Kook se giró hacia el hombre tras el cristal con odio en los ojos. Había una frialdad en mi compañero que nunca había visto antes.

Por la mirada en su rostro hosco, pude ver que las muertes de los guardias de Sombra de Luna le pesaban mucho. Como Alfa, tenía una conexión con todos y cada uno de los lobos de la manada.

Cuando un miembro sufría, él también lo sentía. Eran una parte de él.

Me sobresalté el sonido de una puerta que se abría mientras Alex salía de la celda.

-¿Ha dicho algo? -preguntó el Alfa.

-Ni una palabra -respondió Alex- El chico bonito cree que puede resistirse a nosotros... Bastardo testarudo. Tiene un sentido retorcido de lealtad a su manada, en mi opinión -se burló.

Los canallas eran conocidos por ser egoístas. No vivían según el código de una manada de lobos.

-Debe querer algo -dijo Kook.

-¡Su vida!

-Sí, pero más que eso. Puedo verlo en sus ojos.

-¿Y si no habla? -pregunté.

-Oh, él hablará. Puedes estar segura de ello. Y una vez que tengamos la información que necesitamos, lo mataremos -Kook lo miró fijamente, desafiándolo a hablar.

El canalla no se inmutó.

-Mucho hablar para un hombre al que incapacité sin ayuda -se burló Carl mientras se levantaba y se dirigía al cristal- y te llamas a ti mismo Alfa.

Se puso cara a cara con Kook.

Kook golpeó con su puño la pared transparente.

-¡Cállate, canalla!

-¿Así que ahora no quieres que hable? Como quieras -dijo.

Se dio la vuelta y volvió a sentarse.

Los músculos de Kook se tensaron mientras apretaba los puños. Parecía dispuesto a atravesar la puerta y destrozarlo.