Mordida Por El Alfa (Jeon Jungkook) (T1)

Líneas De Sangre

Me caí al suelo cuando la figura que se acercaba me alcanzó.

-¡¿Mari?! -dijo una voz familiar- ¿que pasa? ¿Estás bien?

Cuando su rostro salió a la luz, me di cuenta que era mi compañero.

El alivio me invadió.

-¡Kook! -exclamé mientras saltaba entre sus brazos- ¡oh, menos mal que eres tú!

-Me desperté y me di cuenta que no estabas. ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

Tenía miedo de decirlo.

Sabía que se enojaría ppe haber desobedecido sus órdenes.

Pasó su mano suavemente por mi mejilla. Estaba empapada de sudor. No podía dejar de temblar.

-Parece que has visto a un fantasma.

-Tengo... -Me las arreglé para atragantarme- fui a ver a Carl...

Su comportamiento de volvió frío mientras sus cuerpo se tensaba.

-¿Tú hiciste el qué?

-¡Tenía que verlo! Así que tomé tu llaves y bajé...

-¿Agarraste mis llaves? -intervino, con un enojo creciente.

-Si, ¡escucha! Y cuadno pregunté por mí padre, se metió en mi mente y me mostró lo que pasó... ¡Lo mataron! Lo quemaron vivo.

Empecé a llorar sin poder contenerme más.

-Así que, si quieres gritarme -continué- adelante. Me lo merezco.

Pero Jungkook no dijo nada. Se limitó a mirarme en completo shock.

Después de un momento, para mi sorpresa, extendió sus brazos y se me acercó.

Lo rodeé con los brazos y él me abrazó con fuerza contra su pecho. Enterré mi cara en él mientras mis lágrimas brotaban incontrolablemente.

Me pasó la mano por el pelo y me beso la frente. Cuando mi llanto se calmó, su palma levantó mi barbilla.

No había más que amor en sus ojos.

-Mari, siento mucho lo que ha pasado. No puedo imaginar por lo que estas pasando. Si hay algo que pueda hacer... Estoy aquí.

Era exactamente lo que necesitaba oír. Pero mientras me abrazaba, mi mente seguía vagando hacia lo que había visto. No podía quitarme esas imágenes de la cabeza.

El dolor, el sufrimiento...

Empecé a alejarme de los afectos de Jungkook.

Cada caricia se sentía como pequeñas descargas eléctricas, como si me estuviera pinchando con pequeñas alfileres y agujas que pinchaban por todo mi cuerpo. Quería salir de mi propia piel. Me aparté y me pasé las manos por el cuerpo, intentando que la sensación desapareciera.

-¿Qué pasa? -preguntó.

-No sé, es que me pica todo...

La sensación era cada vez peor.

-Bueno, ¿que tal si te ponemos topa nueva...?

-No, está bien...

-¿O te preparo un baño...?

-No necesito un...

-Podríamos ir a dar un paseo. Un poco de aire fresco podría hacerte bien...

-¡He dicho que estoy bien! -le grité. Parecía realmente dolido- mira... Lo siento. Aprecio lo que estas haciendo...