5. La mejor/peor idea

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Al escuchar sus pasos volviendo a la sala mi mente empezó a trabajar a toda velocidad, dando vueltas en mi propio eje observando todo el comedor, en busca de una salida.

Observé la puerta principal cerrada con todos los cerrojos, -supuse que la cerrarían mientras seguía mareada-: imposible abrirlos todos a tiempo para salir por ahí.

Bajé mi vista hasta fijarla en una pequeña entradita para animales que no había notado antes en la puerta: no cabía por ahí.

No estaban muy lejos y pensaba que mi mente colapsaría y me desmayaría allí mismo cuando, como si se iluminara todo, se me vino la mejor/peor idea a la cabeza.

Justo cuando escuché que el hombre pasaba por las cortinas que daban a la cocina, agarré uno de los trapos doblados de encima de la mesa de cristal y rápidamente pegué un salto para escabullirme por la ventana abierta a mi izquierda.

—¿A dónde mierda te crees que vas, niñata?— el hombre gritó y me giré para verlo a punto de salir de la misma ventana que yo.

Me encaminé lo más rápido que pude hasta el cable grueso y largo que daba al principio de la cuesta.

Mi plan era estupido, y era más que probable que muriera intentándolo, pero era mejor que quedarme allí a esperar una muerte segura.

Pasé el trapo por en medio de la cuerda, agarrándolo así por ambos lados.

—¡Dhairya, ni se te ocurra!— el panadero seguía gritando, cada vez más cerca de mis espaldas, pero ya no me giré para mirarle.

Sin pensarlo mucho más, pegué un salto, agarrándome lo más fuerte que pude a cada extremo del trapo.

Pensaba que me iba a electrificar o algo por el estilo pero no, supuse que el cable no estaba en funcionamiento en aquel momento.

Mientras me deslizaba sentía que volaba, mientras se seguían escuchando los gritos de mi captor cada vez más lejos.

Grité como cuando de pequeña me tiraba por el tobogán del parque a tres manzanas de mi casa, porque me sentía más libre que nunca, porque seguía viva, y es que yo tenía pocos talentos, pero uno de ellos era esquivar a la muerte.

Me di cuenta de que no estaba lejos del final, así que cuando quedaba poco, me solté del trapo y caí al suelo. Me mantuve de pie, pero por el impacto me caí y cuando mis rodillas tocaron el suelo, vi las estrellas.

A lo lejos se escuchaba una voz masculina gritando, pero desde allá abajo únicamente se oían susurros lejanos.

Me levanté con algo de dificultad, intentando mirar el gran reloj de la iglesia para saber la hora, eran las dos y media, la hora de la comida. Eso podía explicar la ausencia de gente por las calles de la isla.

Aprovechándome de eso, caminé rápido hacia casa de Lexie, que era la más cercana.

En menos de diez minutos llegué, pero debía ser inteligente para que no me pillaran otra vez, así que preferí colarme por la ventana trasera, la que daba directamente a su habitación, pasaba de tocar el fuerte timbre y llamar la atención de algún vecino. Aquella ventana siempre se mantenía abierta porque a ella le encantaba el aire fresco, y no le gustaba mucho encerrarse del todo.

Me colé con un poco de dificultad por la altura de la ventana, utilizando lo que quedaba de mis extremidades inferiores dañadas para impulsarme con ellas a la vez que me agarraba con ambas manos a los bordes de la ventana.

Entré por esta, sigilosa, corriendo las cortinas y escondiéndome detrás del pequeño sofá que tenía su habitación, porque por alguna razón, sentía la necesidad de quedarme oculta.

Me permití descansar un momento, después de aquella mañana tan agitada, estaba muerta y necesitaba dormir, así que sentada detrás de ese sofá, me quedé dormida en una incómoda pose.

Habría dormido unos ocho minutos cuando escuché la puerta principal abrirse, y eso hizo que me despertara pegando un bote en mi escondite. Nunca dormía profundamente, cualquier sonido, por flojo que fuera, conseguía que abriera los ojos.

Escuché pasos acercándose a la habitación, y la puerta de esta siendo también abierta, seguido de unos sollozos flojos.

Lexie estaba llorando, probablemente porque acababa de perder a la única persona que le quedaba, y ahora mismo estaba detrás de su sofá.

En otro contexto, hasta sería gracioso.

La familia de Lexie fue atrapada hace tiempo, empezando por su madre, y siguiéndole su padre, y por último su hermano mellizo, en poco tiempo. Eso le afectó bastante, y empezó a ir a la psicóloga del instituto.

Solo me tenía a mí en aquellos tiempos, y yo me quedé a dormir con ella por temporadas muy largas, para que no estuviera sola viviendo en la casa de su familia, pero no siempre podía estar yo, así que se me ocurrió la mejor idea del mundo.

Adopté un gato y se lo dí a ella, sabía que le encantaban los animales y así tendría a alguien haciéndole compañía. Seguía teniendo el puesto de mejor amiga, pero el de mejor amigo definitivamente lo tenía Dosty.

Recuerdo que ella no sabía que nombre ponerle, así que siempre lo llamaba amigo, y mi abuela solía enseñarme palabras en el idioma de nuestros antepasados de hacía mucho tiempo, cuando en la isla estaba dividida en clanes y no todos hablaban el mismo idioma, así que le llamé "Dost" una vez, y se quedó en Dosty.

Lexie seguía llorando sin parar, ahora con el gato encima suyo pasándole la cabeza por su brazo para intentar calmarla.

Confiaba en ella plenamente, sabía que de ninguna manera me iba a delatar, así que me impulsé hacia arriba agarrándome del respaldo del sofá, dejándome ver.


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*Dost en Hindi significa "amigo" :)

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