10. Aledis

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Esa mirada, esa sonrisa y esa mata de pelo castaño claro solo eran propios de una persona.

—¿Qué pasa? ¿Ahora sois mudas?— dijo con diversión.

Era... No, era imposible, lo atraparon hace demasiado tiempo, no podía seguir vivo de ninguna manera.

Lexie a mi lado estaba igual o más tiesa que yo, creo que ella ni siquiera estaba respirando.

—¿Vas a decir algo o te vas a quedar tan callada como tú amiga, hermanita?— dijo mirando directamente a Lexie.

El hermano mellizo que había perdido hacía ya tantos años, estaba delante de ella, sonriéndole como si nada, como si Lexie no hubiera estado durante años llorándole, como si no hubiera estado culpándose de todo lo que pasó desde entonces.

Intentó que saliera algo de su garganta, pero era como si tuviera algo que le impidiera siquiera respirar.

Entonces, yo hablé.

—¿Aledis? ¿Como...?— ni siquiera pude acabar la pregunta, era como ver un maldito fantasma delante de mis narices.

—¿Qué cómo estoy vivo?— soltó una carcajada— Es una historia un poco larga. Pero por favor, sentaos, que descortés de mi parte.

Sus expresiones eran demasiado exageradas, y algo me decía que la persona a la que tenía delante, no era el Aledis que alguna vez llegué a conocer.

Los guardias, que aún seguían detrás nuestro, nos obligaron a sentarnos en las dos sillas que había delante de su mesa.

Cuando dejé de centrarme en el chico frente a mí, me fijé en la habitación en la que estábamos.

Una especie de despacho bastante simple, pero elegante, y con decoraciones. Constaba de una mesa con un cómodo sillón detrás de esta, dos sillas delante, y detrás del sillón varias estanterías y cajones, la mayoría para archivar cosas. Creo que era la primera vez que veía algo que no era blanco aquí, porque los archivadores eran gris oscuro, y cada carpeta y libro de un color diferente. A mis ojos le aliviaron ver algo que no fuera blanco.

Creo que me estoy volviendo loca.

Y lo pensaba de verdad.

—¿Qué tal por el nivel Tierra, Dhairya?— se dirigió hacia mí ahora, y yo seguía intentando asimilar todo aquello a la vez.

—¿Qué narices es un nivel?— le pregunté.

—Vaya, ¿Cuatro años sin vernos y eso es lo primero que preguntas?— dijo con una falsa expresión de pena— Me ofendes, Rya.

Solo había una persona que me llamaba así, y seguía sin estar muy contenta por eso, así que aquello sólo hizo que mi paciencia disminuyera.

—Dime porque coño estás vivo y que mierda hacemos aquí.— estaba a punto de explotar— Ahora.— añadí.

—Eh, cálmate tigresa, hay tiempo de sobra para todo.— replicó con una sonrisa ladina.

Dios dame paciencia para no estamparle la cara contra la estantería de libros hortera que tiene detrás.

—Aledis...— empezó Lexie, pero no pudo acabar, como si algo en su garganta la obstruyera y dejara muda, creía que estaba en una especie de shock.

—Ay, ojalá hubieras sido más inteligente Lex, mira que encubrir a una atrapada, solo a tí se te ocurren ese tipo de tonterías.— antes de que yo pudiera gritarle algo, continuó— Yo sí lo fui, con tan solo ocho años, y mírame, la vida me va genial.

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