Mi primera reacción fue taparme los oídos rápidamente ante tal estruendo de sonidos, así que di gracias a que Lexie me hizo reaccionar y me dio la idea de empezar a correr como pudimos, porque ella seguía algo débil.—¿!Qué vamos a hacer ahora!?— grité por encima del estruendoso ruido.
—¡Tenemos que escondernos!— me contestó a gritos.
Seguimos moviéndonos y corriendo por los pasillos, encontrándolos vacíos de gente pero inundados de luces rojas parpadeantes.
La agonía de tener que volver a correr y esconderme para sobrevivir se estaba convirtiendo en una costumbre que me provocaba dolor de cabeza.
La solté para correr delante de ella, empezando a intentar abrir puertas y más puertas para encontrar algún escondite en el que meternos.
No tuve mucha suerte, así que seguí avanzando con ella siguiéndome hasta el final del pasillo.
Cruzamos una puerta que nos condujo a la gran sala en la que estaba la gran rueda, aunque hubiera deseado no hacerlo.
Llegué justo a tiempo a agarrarle el brazo a Lexie y tirar de ella para que cayera encima mío, haciendo que las dos soltáramos un gruñido, adoloridas.
Los disparos se oían demasiado fuertes desde la otra parte de metal en la que estábamos escondidas, rebotando en una máquina que ni siquiera había visto antes.
Lex, entre mis brazos, estaba a punto de llorar, y aunque me hice la fuerte, yo había deseado hacerlo desde que empezaron a sonar las alarmas.
Me apretó el brazo con la mano.
—No quiero morir.— dijo mirando al infinito.
Iba a contestarle con una promesa casi imposible para tranquilizarla, pero noté una puerta a nuestra derecha, al lado contrario a los disparaos.
—Quédate aquí.— solté a Lexie y la dejé en el suelo— No te muevas.
—¡Rya no me dejes sola!— sollozó, intentando agarrarme del brazo.
—Confía en mí.— dije mientras la apartaba suavemente con la mano.
Gateé hasta la puerta mientras algunos disparos seguían oyéndose, cada vez más cerca.
Subí la mano rápidamente, sin levantar mis rodillas del suelo, pero maldecí al notar que la puerta no abría por muy fuerte que girara el pomo.
Casi entré en pánico hasta que reparé en mi cinturón de armas, que aún seguía colgando de mi cadera.
Di gracias mentalmente a mi madre por darme la idea de llevármelo.
Centré mi vista en él, buscando algo que pudiera usar para abrir la puerta.
—¡Dhairya!— gritó Lexie, haciendo que me diera cuenta de que ya estaban casi delante nuestro.
Al final, agarré la pistola y empecé a golpear como una histérica la manija de la puerta hasta que la arranqué de cuajo.
El que dijo que la violencia no siempre es la solución seguro que murió el primero.
—¡Vamos!— estiré mi brazo en dirección a Lexie, pero vi que no se movía— ¡Lexie!
Me arrastré hasta ella y le aparté el brazo de la cara, rebelando un rostro rojo y cubierto de lágrimas.
La levanté lo más rápido que pude y prácticamente la empujé hacia el interior de la puerta.
Estaba demasiado asustada para reaccionar, así que simplemente me dejó empujarla y se quedó de pie a espaldas de los disparos.
Actuando sin pausa aún, moví el mueble que estaba más cerca de la puerta para bloquearla.
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La Isla
Mystery / ThrillerDhairya vive en una isla en la que es imposible entrar o salir de ella, pero en esta, casi nadie muere por una causa natural. Supuestamente, por la sobre población, si dicen tu nombre por los altavoces, todos irán a por ti y el primero que atrape al...