21. Coral Diamante

167 11 4
                                        




Mi abuela se asomó por la puerta, mirando hacia ambos lados, y solo cuando nos hizo una señal para que la siguiéramos, nos movimos.

No confiaba mucho en ella, pero era nuestra única esperanza de salir con vida, así que agarré fuerte la mano de Lexie y salimos de la habitación.

No miré atrás, pero no pude evitar que por mi cabeza se cruzara el pensamiento de que quizá mi padre había muerto del golpe que le había propinado la chica que estaba a mi lado, pero decidí no darle muchas vueltas o el dolor de cabeza volvería.

Nos movimos en silencio a través del pasillo, dirigiéndonos al final de un pasillo a la derecha.

Mi abuela sacó un manojo de llaves de su bolsillo, y después de tres segundos encontró la que estaba buscando y abrió lentamente la puerta para no hacer mucho ruido.

Esta dio hacía unas escaleras que daban a algún piso inferior.

Me pregunté si algún día llegaríamos al centro de la Tierra de tanto bajar.

Lexie reaccionó rápido, poniéndose detrás mío para sacar la linterna de la mochila y dármela.

Bajamos en silencio, a través de la oscuridad y del pasillo de escaleras.

Yo iba primera sujetando la linterna, con Lexie a mis espaldas y mi abuela al final.

Noté como Lex hacía un puño en mi ropa al notar que llegando abajo se veía una luz encendida.

Me giré hacia atrás, viendo a mi abuela igual de sorprendida que nosotras, mientras susurraba:

—Aquí nunca baja nadie.

Apagué la linterna y me moví con más cautela y silencio; apenas quedaban veinte escalones para llegar.

Mi mano se deslizó lentamente al cinturón de armas de mi cadera, agarrando el taser en caso de tener que reducir a alguien, aunque ni siquiera sabía cómo funcionaba.

Llegué al final, dispuesta a hacer lo que fuera para salir de allí, pero la escena me dejó congelada en mi sitio.

Lexie se chocó con mi espalda por mi repentina parada, provocando un ruido que hizo que los dos chicos besándose en el sofá color canela se separaran y nos miraran fijamente.

No sabría decir quien en la sala estaba más sorprendido, si yo por encontrar a mi enemigo de la infancia allí y él por haberle pillado en aquella situación, o Lexie al ver a su hermano besándose con alguien y él al darse cuenta de que su reputación caería en picado si alguien se enteraba.

Mi abuela rompió el silencio, apartando a Lex del camino y agarrando mi pistola.

—¡No os mováis!— les gritó apuntándolos, aunque solo estaba mirando a Aledis— ¡Niñas, avanzad hacia el ascensor!

Entonces, visualicé por primera vez el oxidado y viejo ascensor a la izquierda de la sala; nada comparable con el primero que había usado para escapar de allí.

Caminé con Lexie aún a mis espaldas, sin dejar de mirarles.

Bryan se veía algo culpable, y ahí fue donde comprendí que las veces que los guardias me habían cazado haciendo cosas que iban en contra de las normas, era porque él se lo había contado a Aledis.

Aquello me decepcionó un poco.

Aledis, en cambio, tenía un ceño fruncido que nunca le había visto. En sus ojos vi una mezcla entre rabia y sorpresa.

No tardó en esbozar una sonrisa muy característica al ver que le mirábamos tanto.

—¿Os vais de paseo sin mí?— dijo con sorna, pero al hacer el amago de levantarse mi abuela le apuntó con más ganas— Vale, vale, tranquila señora.

La IslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora