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(El vestido de Bellatrix)
El viernes por la noche mi habitación estaba patas arriba. Phoebe y Circe se empeñaron en maquillarme mientras Bessie trataba de ordenar mi cabello rebelde en un recogido bonito.
—Es increíble la cantidad de pelo que tienes, Bella.
Cuando mis compañeras terminaron conmigo me miré al espejo y no traté de ocultar mi sorpresa: estaba radiante. Phoebe me había hecho un ahumado en los ojos bastante logrado, Circe había pintado mis labios color rojo intenso y mi pelo estaba más bonito que nunca.
Me sentí guapa y casi feliz por la imagen de mí que veía en el espejo.
Mis compañeras tampoco estaban nada mal, pensé mientras observaba sus esbeltas figuras caminar por los pasillos oscuros de colegio, de camino a la Sala de los Menesteres.
Al cruzar la extraña puerta que apareció de la nada nos encontramos con una sala inmensa llena de gente. Había un montón de estandartes de Slytherin y los colores que decoraban el ambiente eran el verde y el plateado. La música estaba tan fuerte que resonaba dentro de mi pecho y los demás estudiantes saltaban y bailaban siguiendo el ritmo. Me sentí como en casa.
—Vamos a tomar algo. —anunció Gwen.
Me guiaron con ellas hasta la barra. Pedí Tequila con limón y ellas me miraron sonrientes.
—Empiezas fuerte, Bella.
—Ya sabíais a lo que venía. —sonreí de medio lado y vacié mi chupito.
Tras el primer chupito pedimos varios más. Al cabo de media hora ya me sentía mareada y arrastré a mis compañeras hasta la zona donde bailaban la mayoría de estudiantes. Estuvimos un rato saltando y riéndonos a carcajadas. Me sentía libre, despreocupada, feliz...
—¿Habéis visto a Riddle? —Phoebe nos miró con una sonrisa traviesa.
—Ese chico debería ser ilegal.
Puse los ojos en blanco.
—¿Vosotras también? —les pregunté fingiendo fastidio—. Pasé todo el trayecto de camino a Hogwarts escuchando a las chicas de tercer año hablar de él sin parar.
—No es para menos...mirad ¡ahí viene!
Todas nos giramos sin disimulo y observamos al prefecto de nuestra casa pasar frente a nosotras de camino a la barra. Iba hablando con sus amigos y reía más de lo habitual. Me mordí el labio al observar su perfecta figura: llevaba unos pantalones oscuros ceñidos, una camisa verde remangada y la túnica de Slytherin abierta. Su atuendo, junto con su pelo desordenado y su mirada sibilina, le daba un aspecto aún más peligroso y atractivo de lo habitual.
Una punzada de placer en ciertas zonas de mi cuerpo me hizo dar un pequeño saltito cuando nuestras miradas se cruzaron.
No podía negar que Tom Marvolo Riddle me volvía loca y esto me molestaba. Me recordaba que yo no era diferente al resto de chicas, algo que solía esforzarme en creer.
