CAPÍTULO 23. EL ERROR FATAL

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Los días se fueron sucediendo uno tras otro. Mi opinión con respecto al baile de Navidad no estaba muy clara, menos para mí. Gwen me había estado insistiendo bastante en que fuera con ella y con Lestrange, pero yo siempre le respondía con indiferencia.

Por otra parte, Tom estaba cada día más distante. Como el contenido de sus pensamientos más profundos era todo un misterio para mí y para el resto de la humanidad, no logré adivinar siquiera qué podría estar pasándole. Pero una cosa estaba clara: detestaba la Navidad.

Intenté darle su espacio durante semanas, no tanto por él sino por mi propia salud emocional, estaba harta de ser el blanco de sus desprecios y frustraciones. Así que llevábamos bastantes días sin entrenar y casi sin vernos.

Antes de Tom mi libido era una circunstancia molesta, a veces, pero tolerable. Sin embargo, desde que había probado los placeres del sexo me atormentaba no disfrutarlos durante demasiado tiempo, así pues, como Tom apenas me dirigía la palabra, por Merlín sabe qué motivos, la parte de mi cerebro más primaria había estado encontrando satisfacción en fantasías que solían verse protagonizadas por otros alumnos o, incluso algunos profesores.

Por ese motivo me excité al instante cuando una mañana, en la que caminaba prácticamente sola por los fríos pasillos del colegio, Tom me agarró por el brazo y me arrastró hasta un aula vacía. Me empujó con violencia hasta el interior de la estancia y cerró la puerta con un fuerte portazo.

Notaba la parte más íntima de mi cuerpo húmeda y palpitando incluso antes de que se girara para mirarme. Sin embargo, cuando se dio la vuelta su mirada no reflejaba ningún tipo de excitación, sino más bien lo contrario.

—¿Qué es esto? —me gritó al tiempo que colocaba una hoja de pergamino frente a mi cara.

Intenté leerla, bastante confundida: parecía una lista de nombres encabezada por el título "Alumnos de Slytherin con las peores calificaciones escolares". Obviamente mi nombre estaba escrito.

—Una lista con nombres —respondí cruzándome de brazos.

—No he estado perdiendo el tiempo contigo todas las malditas noches para que ahora tu nombre aparezca en esta lista —me gritó.

—¡He aprendido la magia que importa! La de verdad ¿Qué más da lo demás?

—¡Todo importa! Jamás serás una bruja excelente si no dominas los hechizos más básicos e insignificantes.

—¿Qué importa si puedo lanzarles a todos esos zoquetes una de las maldiciones imperdonables?

Aún no me había enseñado la última de todas, la maldición letal, pues desde que se había metido el invierno no habíamos vuelto a ir al Bosque Prohibido.

—No pienso tolerar que mi alumna aparezca en ningún tipo de lista de nombres de gente mediocre ¿Has entendido?

Tenía la mandíbula apretada y no apartaba sus bonitos ojos de los míos. Me fijé en la curva que hacían sus labios, ligeramente fruncidos, y en la zona donde sus pantalones se ajustaban a la cintura. Me mordí el labio tratando de disimular mi excitación.

—Aprovecharé que me quedo en Hogwarts en Navidad para estudiar.

—No acepto menos de una A en todas las asignaturas, Bellatrix.

Asentí. La verdad es que estaría de acuerdo con cualquier cosa que me dijera en aquel momento.

Alargué una mano sin poder resistirme y la introduje por la cinturilla de su pantalón. No obstante, él me agarró por la muñeca y me la apartó con furia.

—No me acuesto con gente vulgar —me espetó.

Hacía tiempo que sus comentarios mordaces no me afectaban, así que puse los ojos en blanco.

—¿Y qué pasa con Gwen?

Volvió a ponerme la lista delante de las narices.

—No veo su nombre en esta lista. Quizá hasta la invite a ir al baile.

Aquello me dolió.

—Imposible, porque irá con Lestrange... y yo también.

Me giré con la mayor dignidad de la que fui capaz y abandoné el aula vacía.

Sabía que aquel comentario había sido un error... y que yo no sería la única en pagar por él. 

🔞 +18 🔞 | 𝓽𝓾𝔂𝓪 |  FANFIC Tom Riddle y Bellatrix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora