CAPÍTULO 8. LA PRIMERA LECCIÓN.

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Aquel día se me hizo eterno. Más de lo normal. La verdad es que no pude concentrarme en ninguna de las clases a partir del encuentro con Tom en el baño. Tampoco presté mucha atención a nadie. Sólo podía pensar en que no llevaba ropa interior y en lo excitada que estaba.

Cuando, por fin, pude ir a mi habitación eran cerca de las siete de la tarde. Me di una ducha fría y me vestí decentemente para bajar a cenar.

Al subir de nuevo a la Sala Común me senté junto a mis compañeras, que hablaban de las clases y de todos los deberes que nos habían mandado. Al otro lado de la sala, junto al fuego, estaban algunos chicos de séptimo, entre ellos Tom Riddle. Lo observé con disimulo hablar con sus amigos. Me di cuenta de que representaba una figura de autoridad incluso entre las personas más cercanas a él.

Lestrange le miraba de soslayo, se notaba que estaba resentido, pero bastó una única expresión de Riddle para que agachase la cabeza y fijase su atención en el suelo.


Se hizo tarde y mis compañeras y yo nos fuimos a nuestra habitación. Fingí ponerme el pijama y, cuando creí que ninguna de ellas me estaba prestando atención, me metí bajo las sábanas con el uniforme.

Esperé pacientemente a que terminasen su conversación. Fueron acostándose una a una y, trascurrido un tiempo prudencial, me levanté sin hacer ruido. Cogí mi túnica y me envolví en ella. Aún estábamos en septiembre, pero ya comenzaba a notarse el frío.

La Sala Común de Slytherin estaba desierta y oscura. Miré el reloj y vi que eran las doce menos diez minutos. Me senté en uno de los sillones de terciopelo verde y me quedé en silencio, esperando escuchar algún sonido de pasos que me indicara que Riddle estaba listo. Sin embargo, lo único que escuchaba era el murmullo del lago y los sonidos lejanos de las criaturas que en él habitaban.

Volví a mirar el reloj: las doce y cuarto. Me levanté irritada del sillón dispuesta a ir a la habitación de Tom. Era un sucio mentiroso, había incumplido nuestro acuerdo y no pensaba quedarme callada.

Al levantarme no calculé bien las distancias y tropecé con un mueble, provocando que un objeto decorativo callera al suelo. Cerré los ojos con fuerza y me quedé muy quieta esperando el horrible sonido que aquel objeto haría, sin duda, al impactar contra el suelo. No obstante, el sonido nunca llegó a mis oídos. Cuando abrí los ojos Tom Riddle estaba frente a mí, observándome con una bola de cristal en la mano.

—Lo primero que debes aprender es a ser discreta. —colocó el objeto entre mis manos—. No conseguirás nada si tus enemigos saben cuáles son tus planes.

—Nadie sabe que estoy aquí.

—Porque yo lo he impedido. —se colocó la capucha de la túnica y me indicó que hiciera lo mismo—. Además, llevas todo el día observándome, cualquiera con más de una neurona se daría cuenta de que algo ha cambiado.

Agradecí la penumbra, pues no pude evitar que mis mejillas adoptasen un color rojizo. No supe si por rabia o por vergüenza.

—¿A dónde vamos? —susurré al ver que me conducía fuera de La Sala Común.

—Ya lo sabrás. Ahora guarda silencio, hasta que te lo diga. Y no hagas ningún ruido. Dumbledore no me quita el ojo de encima.

—¿Por qué?

—Por tu culpa.

Recordé el incidente en los pasillos frente a la biblioteca.

—Además, está convencido de que fui yo quien abrió La Cámara de los Secretos.

🔞 +18 🔞 | 𝓽𝓾𝔂𝓪 |  FANFIC Tom Riddle y Bellatrix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora