🔞 +18 🔞 | 𝓽𝓾𝔂𝓪 | FANFIC Tom Riddle y Bellatrix.

CAPÍTULO 19. ELLA

🐍 TOM RIDDLE POV 🐍

Después de que Bellatrix se fuera me pasé toda la tarde en la biblioteca.

Las cosas habían cambiado desde que se sabía parte de mi relación con la chica Black de quinto curso. Ya no era el misterioso e inalcanzable muchacho al que los alumnos temían y los profesores elogiaban. Fulminé con la mirada a varias chicas que se atrevieron a mirarme con coquetería.

Mi objetivo en Hogwarts no era llamar la atención de aquel modo, eso lo había tenido siempre muy claro, por eso me esforzaba en mantener mis relaciones fuera del colegio. Pero con Bellatrix había sido diferente ¿Por qué?

La había visto con frecuencia desde que empezó en Hogwarts, al igual que al resto de alumnos de mi casa, al fin y al cabo, yo era el prefecto.

Su largo pelo color negro azabache era hipnótico y su cuerpo había ido moldeándose a la perfección a lo largo de su adolescencia... pero no era eso... era algo en su mirada, tenía siempre una mirada fulminante, dura, siniestra, como si fuera capaz de cualquier cosa.

Daba la sensación de que nada podría asustarla.

Y esa fortaleza contrastaba por completo con sus rasgos infantiles y tiernos, ella era una contradicción, de pies a cabeza.

Salí de la biblioteca con algunos libros bajo el brazo. Vi al profesor Dumbledore al final de uno de los pasillos, así que lo evité y comencé un recorrido que sería más largo. Aquel vejestorio sabía más de lo que parecía y no me quitaba el ojo de encima.

Cuando llegué a la Sala Común me sorprendió ver que estaba atestada de alumnos que hablaban con entusiasmo sobre algo que no me dio tiempo a escuchar. Al fondo vi a Gwen, toda una belleza con el pelo color platino, sin duda había sido una magnífica experiencia follarlas a las dos a la vez.

Luego vi a Bellatrix, estaba al lado de su amiga observando a sus compañeras y escuchando su conversación con cautela.

Se me ocurrió que posiblemente yo era el único capaz de percibir el peligro potencial que suponía la mayor de las hermanas Black: era una bruja poderosa, aunque ella no lo sabía todavía, y su poder junto con su actitud y fortaleza... sólo era necesario darle un objetivo, uno en el que creyera de verdad.

Mi mirada se cruzó con la suya por un segundo, luego ella la apartó. Sonreí para dentro, había aprendido de mi discreción. Sería una gran aliada en el futuro, si todo salía como tenía pensado. La quería cerca, muy cerca de mí.

Noté que algo hacía presión dentro de mi pantalón. Sí, debía de reconocer que la quería cerca en todos los sentidos.

Después de la cena, el director Dippet dio un pequeño discurso, habló de los largos años en los que Hogwarts llevaba siendo uno de los mejores colegios de magia del mundo y de lo que significaba eso para nuestros futuros, luego mencionó algo de lo bonita que era la Navidad y justo cuando creí que vomitaría anunció que este año se celebraría un baile de invierno en El Gran Comedor, la noche de antes de las vacaciones de Navidad.

Fantástico, lo que me faltaba.

Odiaba la Navidad más de lo que odiaba a todo el mundo. Tuve que soportar los comentarios y el entusiasmo de los alumnos lo que restó de noche hasta que, al fin, la Sala Común se quedó en completo silencio.

Me senté en el sofá frente al fuego y me concentré en los sonidos del lago y de la madera al crujir. Quería que fueran las doce cuanto antes y no tenía claro si prefería llevarme a Bellatrix a La Sala de los Menesteres para enseñarle esos dichosos hechizos o desnudarla allí mismo. Me excité sólo de imaginarla arrodillada frente a mi contra la luz amarillenta de las brasas.

Varios minutos después sentí unas manos enredándose en mi pelo. Agarré las muñecas finas de la intrusa y tiré de ellas hacia mí. Bellatrix quedó tumbada en mi regazo aguantándose la risa. No pude evitar sonreír, estaba tan guapa.

—Te veo melancólico esta noche.

Me encogí de hombros y dejé de sonreír.

Me fijé en que había cambiado bastante desde que había comenzado nuestra relación/trato: ya no llevaba el pelo siempre recogido en una trenza, ahora se lo dejaba suelto, con los bonitos rizos oscuros ondeando a su antojo, también había comenzado a pintarse los ojos, le daba un aspecto más agresivo. Pero el cambio más sustancial había sido el de su actitud, si antes demostraba seguridad en sí misma ahora era pura determinación.

Se sentó a horcajadas sobre mí y yo le abracé la cintura por instinto.

—¿Qué te pasa, Tom?

Eso también me lo preguntaba yo.

La bajé de mi regazo y le indiqué que me siguiera hasta La Sala de los Menesteres.

Estuvo varias horas practicando, se manejaba a la perfección y apenas tenía que corregirle nada. Ninguno de los zoquetes de "mis amigos" había aprendido dos hechizos tan rápido como ella había logrado dominar todos y cada uno de los que le enseñaba.

—Creo que por hoy es suficiente.

Me acerqué a ella para ponerle la capucha de la capa y me di cuenta de que se quedaba mirando mi anillo. Recordé que ya le llamó la atención una vez... ¿Y si ella intuía...? ¿Cómo podía ser?

—Riddle, ¿Qué es ese símbolo en tu anillo?

Suspiré, lo que le llamaba la atención era sólo el símbolo.

—¿Te resulta familiar?

—Creo que lo he visto en algún sitio.

—Lo has visto en alguno de los libros que te he dejado, investígalo y lo hablamos.

—Vale, profe.

Le di un corto beso en los labios. No pude resistirme, tenía los labios más bonitos que había besado jamás.

Ya en La Sala Común nos despedimos, me dolió la entrepierna al verla marcharse a su habitación, exigía alivio. Pero suspiré e hice acopio de mi templanza, no podía ser que una cría de quince años estuviera provocando que perdiera el control sobre mí mismo.