🔞 +18 🔞 | 𝓽𝓾𝔂𝓪 | FANFIC Tom Riddle y Bellatrix.

CAPÍTULO 27. LA SALA SECRETA.

La conexión que existía entre Tom y yo comenzaba a asustarme, pensé mientras iba a por algo de beber. No tenía la menor idea de si él lo sentía de la misma forma –y puede que nunca lo llegara a averiguar-, pero me parecía increíble y, al mismo tiempo, insoportablemente doloroso el cómo era capaz de percibir nuestras existencias ligadas la una a la otra como dos telas cosidas entre sí.

Supe que me estaba observando y de alguna forma sentí sus manos sobre mi cuerpo, sus brazos rodeándome ¿Estaría metiendo él todo aquello en mi mente? ¿Sería producto de mi propia locura? Abrí la boca para poder respirar y en una sola bocanada de aire su aroma –una mezcla de almizcle, vainilla y hojas de pergamino- me llenó por dentro como si todo el Gran Comedor hiciera eco de su presencia. El corazón se me aceleró irremediablemente y tuve que apoyarme en una de las mesas con dulces navideños para no caerme al suelo.

Cuando me giré para mirarlo, había desaparecido.

Un siseo se coló entre mis pensamientos ¿Tom, eres tú? Pensé, pero no lograba entender lo que aquella extraña voz me susurraba. ¿Y si habían intoxicado las bebidas como ocurrió con Avery hacía unas semanas? ¿Y si me estaba volviendo realmente loca?

Aquel estúpido baile estaba resultando demasiado para mí, igual que todo últimamente, desde que había perdido el contacto con Riddle.

Dejé la copa a medio beber sobre una de las decoraciones navideñas y me fui del Gran Comedor intentando pasar desapercibida, lo último que quería era tener que responder preguntas o inventar excusas. Necesitaba irme, sin más. No me encontraba bien, la cabeza me daba vueltas, notaba el corazón golpeando con fuerza mis costillas y me costaba respirar.

Atravesé varios pasillos y emprendí el camino hacia mi Sala Común. Me metería en la cama y me olvidaría de todo aquello.

El colegio estaba completamente en silencio, ni siquiera me crucé con ninguno de los fantasmas. Era algo inusual, aunque lógico, todo el mundo estaba en aquel momento en el baile. Cuando llegué a la ubicación exacta de las mazmorras una enorme serpiente despertó del suelo y se curvó conformando la entrada a la Sala Común de Slytherin. Me disponía a cruzar la puerta cuando sentí una enorme mano en mi cintura, así como una alta figura tras de mí. Tom.

Me sorprendí a mí misma sintiendo que se me humedecían los ojos con lágrimas justo antes de darme la vuelta.

—El baile no ha acabado —susurró muy cerca de mi boca.

De pronto el aire pareció volver a llenar mis pulmones con normalidad y mi pulso se enlenteció. Aspiré con alivio su cercanía y me atreví a agarrarme a la manga de su túnica por miedo, no supe si a marearme o a que se fuera.

—No quiero estar allí si no es contigo.

Lo dije a media voz, necesitaba pronunciar aquella verdad en voz alta, pero una parte de mí temía lo que sucedería después. Quizá por eso me abracé a él con fuerza. Lo quería todo o nada. Él no me devolvió el abrazo, pero se quedó muy quieto hasta que elevé la mirada para evaluar su inexpresivo rostro.

—Quiero enseñarte algo —fueron sus únicas palabras, también en un susurro.

Ambos parecíamos temer que nuestra conversación llegara a oídos ajenos, pero estábamos solos, allí no había nadie. Me pregunté si en realidad no temíamos escucharnos a nosotros mismos.

Riddle me sorprendió cogiéndome de la mano y guiándome, sin más explicación, por los pasillos de las mazmorras. Giramos varias veces a la derecha y llegamos a lo que parecía un pasadizo sin salida. No obstante, en una musgosa pared de piedra a nuestra izquierda apareció una puerta metálica de barrotes que daba la impresión de ser muy antigua. Fuera lo que fuera lo que hubiera tras ella, estaba segura de que no había sido frecuentado en muchos años.