Confianza:

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¿Qué harías tú si sólo pudieses estar un día en el Campamento Mestizo?

Tal vez jugarías a capturar la bandera, o montarías en pegaso por la playa, o descansarías en el prado disfrutando del sol y la dulce fragancia que desprenden las fresas al madurar.

Todas son buenas opciones. Yo no elegí ninguna de ellas.

Me pasé el día corriendo de un lado a otro al borde del pánico, tratando de prepararme para una muerte inminente.

Después de desayunar, Nico se negó a darme más información sobre sus misteriosos amigos que hendían cuevas.

—Mañana lo descubrirás—fue todo lo que dijo, con un tono que no era precisamente agresivo, pero dejaba en claro que no quería hablar conmigo.

Dioniso podría haberme puesto al corriente, pero ya nos había tachado de su lista de tareas pendientes.

—Ya te lo he dicho, Artemisa, en el mundo hay muchas crisis. Esta mañana mismo, los científicos han publicado otro estudio que relaciona el consumo de refrescos con la hipertensión. ¡Como sigan desprestigiando la Coca-Cola Light tendré que castigar a alguien!—Y se fue echando chispas para tramar su venganza contra el sector sanitario.

Pensaba que al menos Percy se quedaría conmigo mientras nos preparábamos para la misión. Pero él se fue a recorrer el campamento. Lo peor, ni siquiera podía enojarme. Él al menos si estaba descansando y relajándose antes de lo que venía, y yo tal vez tendría que haber seguido su ejemplo.

Pero no lo hice.

Mi primera parada fue la cabaña de Ares, donde le pregunté a Sherman Yang si tenía información útil sobre la torre de Nerón.

—Es una fortaleza—explicó—. Un ataque frontal sería...

—Un suicidio—aventuré—. ¿No hay entradas secretas?

—No que yo sepa. Si las hubiese, estarían muy vigiladas y llenas de trampas.—Su cara adquirió un aire ausente—. Como lanzallamas con sensores de movimiento. Qué pasada...

Empecé a preguntarme si Sherman sería más útil a Nerón como asesor que a nosotros.

—¿Es posible—pregunté— que Nerón tenga preparada un arma catastrófica? ¿Por ejemplo, suficiente fuego griego para destruir Nueva York con solo pulsar un botón?

—Hala...—Sherman adoptó una expresión estúpida de profundo enamoramiento—. Eso sería increíble... O sea, terrible. Sería terrible. Pero... sí, es posible. ¿Con la riqueza y recursos que tiene? ¿Y la cantidad de tiempo que ha tenido para planearlo? Por supuesto. Necesitaría un depósito central y un sistema de distribución para dispersarlo rápido. ¿Mi teoría? Estaría bajo tierra, para aprovechar las tuberías, las alcantarillas, los túneles y todas esas cosas. ¿Crees que tiene algo así? ¿Cuándo vamos a la batalla?

Me di cuenta de que quizá le había contado demasiado.

—Ya te avisaré—murmuré antes de darme la vuelta e irme.

Siguiente parada: la cabaña de Atenea.

Pregunté al actual monitor jefe, Malcom, si disponía de información sobre la torre de Nerón o unas criaturas que pudiesen hender cuevas, o alguna hipótesis sobre por qué una gala como Luguselva podía estar trabajando para Nerón, y si podíamos fiarnos de ella.

Malcom se paseó por la cabaña mirando ceñudamente diversos mapas murales y estanterías.

—Puedo investigar—propuso—. Podemos preparar un dosier con información fiable y un plan de ataque.

Las pruebas de la luna: La Torre de NerónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora