La luz que rompe la oscuridad:

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Seré breve: perdón por no subir este capítulo ayer, estaba exhausto. He tenido un último mes en extremo agotador física y mentalmente, pero por fin estoy libre. Literalmente nada que hacer desde hoy hasta enero. Así que, esperen capítulos un poco más seguido en todas mis historias. Podría empezar a subir dos capítulos por semana de la historia de "el héroe más grande que ha habido" por ejemplo.

...

—Bueno, no quisiera ser ellos—dijo Percy—. Pobres sujetos.

Los cinco estábamos sentados en una alcantarilla, que era algo a lo que me había acostumbrado. Percy parecía estar recuperándose rápido del mareo resultante del viaje por las sombras y de la magia empleada, gracias a la oportuna administración de néctar y barritas Kit Kat por parte de Will. Sin embargo, yo todavía me sentía como si estuviese enfermando de gripe: escalofríos, dolor muscular, desorientación...

—¿Dónde estaban?—preguntó Will preocupado—. Cuando te fuiste y pasaron los minutos y no volvías...

—Estoy bien, tranquilízate Solace—Nico rodó los ojos.

Will negó con la cabeza.

—Pero después de tantos viajes sombras, deberías estar agotado.

Una pequeña flama de color negro puro bailo por la palma del hijo de Hades, lejos de iluminar el lugar, parecía más bien absorber cualquier energía o calor que pudiera existir en nuestra alcantarilla.

—Estoy bien, parece que estoy súper cargado—aseguró Nico—. El efecto debería de pasar en uno o dos días.

Will nos mkiró a Percy a mi en busca de respuestas.

—Accidentalmente terminamos llegando donde un dios de la muerte—expliqué.

—Mi culpa—dijo Percy.

—Y el mismo ayudó a Nico a recuperarse—terminé.

Will frunció el ceño.

—¿Por qué un dios de la muerte ayudaría a...?

—Ni idea, los egipcios son raros—dijo Percy.

Rachel se nos quedó viendo.

—¿Fueron a la mansión mágica?—su tono era ligeramente de reproche, como si le molestara que no la hubiéramos invitado a nuestra parada accidental para conocer a sus vecinos mágicos.

Nico se volvió hacia Rachel.

—¿Te encuentras mejor?

—No es nada—dijo Rachel, y a continuación explicó—. Cuando nos teletransportamos aquí me di contra un muro.

Nico se quedó avergonzado.

—Lo siento.

—Eh, no me quejo—dijo Rachel—. Mejor eso que acabar pisoteada.

—Supongo...—convino Nico.

Will no paraba de examinar a Nico, claramente sin fiarse de los poderes curativos de un dios de la muerte. Supongo que en eso tenía razón, pero la naturaleza de Nico era extravagante, incluso para un semidiós. Si la medicina tradicional le funcionaba de maneras impredecibles, era de suponer que el poder de la muerte también lo afectará de forma inesperada.

Aún así, Will siguió entregando barritas Kit Kat y obligando a Nico a acabarse las suyas. También atendió nuestros distintos cortes y arañazos, que eran sorprendentemente leves considerando las aventuras de la montaña.

—Lo mejor para recuperarse de un viaje por las sombras—nos aseguró mientras nos pasaba una barrita Kit Kat a cada uno.

¿Quién era yo para discutir los poderes curativos del chocolate y las galletas?

Las pruebas de la luna: La Torre de NerónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora