—Apolo...—murmuré—. Más te vale que apuestes todo a que voy a salvar todos sus patéticos traseros.
Will y Nico cruzaron una mirada de preocupación; sin duda se preguntaban si había sufrido una lesión cerebral.
—Tenemos que llevarte al campamento—dijo Will—. Iré a por un pegaso...
—No.—Me incorporé con dificultad—. Tengo... tengo que marcharme.
Lu bufó.
—Mírate. Estás peor que yo.
Ella tenía razón, claro. En ese momento dudaba que mis manos funcionasen tan bien como las dagas que Lu llevaba acopladas. El cuerpo entero me temblaba de agotamiento. Mis músculos parecían tensores gastados. Tenía más cortes y cardenales que un equipo de rugby. Aún así...
—No tengo elección—dije—. ¿Néctar, por favor? Y provisiones. Más flechas. Y mi arco.
—Por desgracia, tiene razón—asintió Rachel—. Pitón...—Apretó la mandíbula como si estuviese conteniendo un eructo de gas profético de serpiente—. Pitón se hace más fuerte por momentos.
Todo el mundo se puso serio, pero nadie le llevó la contraría. Después de todo lo que habíamos pasado, ¿por qué iban a hacerlo? Mi enfrentamiento con Pitón no era más que otra tarea imposible en un día lleno de tareas imposibles.
—Recogeré provisiones—anunció Rachel.
—Voy por el arco y carcaj—dijo Nico.
—Y ve de pasada si puedes conseguirle algún tipo de cuchillo por aquí—añadió Will.
Nico se fue corriendo a buscar los objetos.
Lu me miró con el ceño fruncido.
—Has estado bien, compañera de celda.
Me volví a verla.
—Lu... Eres buena gente. Siento haber desconfiado de ti.
—Eh.—Ella agitó una de sus dagas—. No pasa nada. Yo también desconfié de ti.
—Supongo que ambas aprendimos algo de la otra.
—Sí... voy a ver cómo está la antigua familia imperial—dijo—. Parecen un poco perdidos sin la General Retoño.—Guiñó el ojo a Meg y se marchó.
Will me metió un frasco de néctar entre las manos.
—Bébete esto. Y esto.—Me pasó un Mountain Dew—. Y aquí tienes bálsamo para las heridas.—Le dio el bote a Percy—. ¿Puedes hacer tú los honores? Yo tengo que buscar más vendas. Agoté mis reservas equipando a Luguselva Manospuñales.
Se fue a toda prisa y solo nos dejó a mí, a Percy y a Meg.
Ambos se sentaron a mi lado, Meg se cruzó de piernas, mientras Percy empezaba a untar mis heridas con ungüento curativo. Tenía heridas de sobra para elegir. Yo alternaba tragos de néctar y de Muntain Dew, que más o menos era como alternar súper combustible y combustible normal.
Meg, por su lado, se había deshecho de las sandalias e iba descalza, a pesar de las flechas, los escombros, los huesos y las espadas esparcidas por el suelo. Alguien le había dado una camiseta naranja del Campamento Mestizo, que se había puesto por encima del vestido, para dejar clara su lealtad. Todavía parecía mayor, pero también parecía Meg, simplemente Meg.
—Estoy muy orgullosa de ti—dije—. Has sido muy fuerte. Muy inteligente. Finalmente tendrás paz en tu hogar... ¡AY!
Ella tocó con la punta del dedo la herida de daga que yo tenía en el costado.
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Las pruebas de la luna: La Torre de Nerón
FanfictionFinalmente el viaje de la antigua diosa de la luna está por terminar, después de cuatro misiones mortales, la diosa se dirige a Manhattan para terminar con un último trabajo y recuperar su divinidad, o morir en el intento. La historia está completa...