Capítulo 4

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NATASHA

El sonido de la alarma hace que salga de la cama sobresaltada, en consecuencia caigo con las sábanas enredadas en mis pies. Amo los despertares así.

Lo apago gruñendo porque aún tengo sueño. No dormí bien anoche y eso implica estar malhumorada desde temprano.

¿Por qué puse la alarma si es sábado?

Maldito Tyler, me molesta y atrae a la vez. De solo recordar como me miraba desde el balcón en la madrugada, siento una manifestación en un lugar que no diré. Se veía como un rey sentado en su trono.

Pero también recuerdo lo que me dijo cuando veníamos de la cafetería, y solo puedo gruñir en frustración. No tenía derecho a herirme de esa manera solo por decir la verdad. ¿O tal vez sí?

Salgo de mi crisis existencial cuando abren la puerta de golpe.

—¡Hoy desperté con ganas de dar consejos! —exclama Anne con las manos en su cintura.

Su cabello negro está en un moño desordenado, tiene una camiseta ancha que supongo es de Alex ya que se quedó a dormir después de la fiesta, y unas medias blancas con su Converse negros.

—¿No tuviste tiempo de ponerte tu pijama o esperabas a que tu nuevo vecino te viniera a coger? —pregunta cerrando la puerta con una pierna.

Me doy un vistazo y efectivamente, solo estoy en ropa interior.

—No tengo ánimos, Ann —respondo, caminando hacia el baño.

Ella me sigue y se queda parada mientras vacío mi vejiga. Ya tenemos suficiente confianza como para no sentirme incómoda.

—Tienes ojeras. Imagino que no dormiste cuando llegaste aquí —deduce mirándome seria.

Imaginas bien, amiga.

Suspiro profundamente pasando mis manos por mi alborotado cabello.

—Lo vi cuando llegue a casa. Estaba sentado en su balcón observándome como lobo acechando a su presa —la miro por un momento y sacudo la cabeza irritada— Me tiene mal.

—Te gusta. Eso es lo que pasa, no tienen ni una semana y ya andas obsesionada con él —asegura, saliendo del baño—. Báñate, mientras tanto te voy a buscar algo que ponerte. Tienes que verte normal, aunque estés sufriendo amiga.

Sonrío levantándome del retrete, me quito lo que tengo encima y entro a la ducha. No sé qué haría sin Anne y Henry, son los mejores amigos que toda chica desea. Nos conocemos desde pequeños porque nuestras madres eran mejores amigas también. Ahora que no van a estar tanto tiempo conmigo, me hace querer llorar de nostalgia por todos los años que pasamos juntos.

Henry es arquitecto y va a comenzar con su nuevo proyecto la próxima semana. Anne por otro lado, se irá a Canadá a comenzar su nueva vida como abogada. Y yo, yo empezaré mis lecciones el lunes con la señora Mery. Algo es algo.

Debería avergonzarte, que pena me das.

Cuando termino de ducharme alcanzo mi bata de baño colgada junto la ducha, me envuelvo en ella y tomo una toalla para secarme el cabello. Anne ya no está en la habitación, pero dejó unos vaqueros negros con una camiseta blanca sobre la cama.

Cuando termino de vestirme, me pongo unos Converse blancos y salgo de la habitación hacia el piso de abajo donde escucho a mi padre y Ann discutir sobre fútbol. Parecen políticos debatiendo.

—¡Buenos días! —exclamo sonriendo hacia mamá que me da un beso en la coronilla mientras sirve jugo en un vaso— ¿Quién perdió está vez?

—Tu padre. Le debe veinte dólares a Ann —suelto una carcajada que llama la atención de los dos.

Los secretos de Tyler HendersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora