Epílogo

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Tyler cerró el libro con un sentimiento de vacío en su pecho, después de un año había tenido que volver a rememorar todo lo que vivió con Natasha, la herida que creía estaba cicatrizando, volvió a sangrar.

Acaba de leer todo lo que pasaba por la cabeza de su escritora, todo lo que pensaba ella de él, de su relación... acababa de leer todo lo que vivieron.

Miró su nombre en la cubierta, luego pasó sus dedos por el nombre de ella, a pesar de estar mal, se sentía orgulloso de su escritora, y lo lejos que había llegado. Cumplió con hacer un libro sobre él, solo y exclusivamente para él.

La idea de que había sido engañado sigue molestándolo, estuvo enamorado de una personalidad creada con la idealización de una niña, buscando crear algo perfecto para los demás y terminó siendo un defecto, un hermoso defecto del cual se enamoró.

Dejó el libro sobre la cama para levantarse, pero su atención se fue en una hoja sobresaliente de la parte trasera, llevaba unos días leyendo y no había notado que tenía una carta atrás. Después de tomarlo, se dispuso a leerlo con un nudo en su garganta.

"Querido Tyler, mi pintor favorito... no quería alimentar tus afirmaciones de que soy una cobarde, pero lo soy al despedirme por una carta. No me hubieras dejado ir ese día si lo hacía en persona, y yo no podía quedarme más, este no es mi mundo, ni mi cuerpo, deja en claro que no soy real.

Debes saber, que todo lo que vivimos sí lo fue, podré ser algo creado, pero tú me hiciste sentir de otra manera que no es paternal ni hermandad. Me acostumbré tanto a la gente de Adeline, que se me olvidó que no eran míos, pero tú si lo eras, tú fuiste algo que solo yo tenía el derecho de amar, tú me disté algo que, a pesar de haberme sido arrebatado, tenía el derecho sobre ellos, porque eran míos.

Pero ya no tengo nada, incluso, ya no eres mío, por eso me despido. Te agradezco cada minuto en el que me hiciste Natasha, me hiciste tu escritora, me hiciste tuya, y ten por seguro que no seré de nadie más. Te amo y te amaré hasta que mi limitada conciencia me lo permita.

Adiós..."

Tyler pasó su mano por sus ojos con brusquedad, no quería volver a derramar una lágrima por ella, su resentimiento no se lo permitía. Aunque, su enojo iba dirigido a la dueña del cuerpo, por llevarse a su escritora, y con ella por no luchar al menos para quedarse, no se quedó a pesar de tenerlo a él.

Mientras tanto, Adeline estaba en su cita con el psiquiatra, era costumbre, pero desde hace un tiempo comenzaba a sentirse diferente, seguro era porque su mejor amiga ya no le hablaba, a pesar de estar en su cabeza.

—Estas secciones se están tornando extrañas —comentó la mujer, mirando a Adeline—, siento que estoy con Natasha otra vez.

Ante la mención, ella la miró, se acomodó mejor en su asiento para por fin comenzar.

—¿Cómo está? —indagó, cruzando las piernas.

—No me habla, no sé cómo está —confesó Ada—. Ya no tengo control sobre ella.

—Tal vez, si le das su espacio como una persona normal y no como tu conciencia, se sentirá bien...

—No —se apresuró a interrumpirla—, ella lo hace para que la deje volver con Tyler.

Las dos guardaron silencio, la doctora notó el resentimiento en la voz de su paciente, y estaba en lo cierto. Adeline sentía un enorme rechazo y celos por Tyler, él le había robado la atención de Natasha, había formado una conexión, al parecer, más fuerte que la que tenían ellas. Sí hasta se ha revelado en su contra, cosa que nunca había hecho.

—Creo que es momento que la dejes ir —sugirió la mujer—, no puedes molestarte cuando tú misma le diste el poder sobre tu cuerpo.

—Pero ya no me quiere.

—No es que ella no te quiera, es que encontró algo por el cual existir de verdad, la creaste con el único propósito de ser tu compañía, de ser lo que nunca pudiste ser. Entiende que Natasha se volvió humana como tú, dejó de ser perfecta.

Adeline no quería entender eso, seguía pensando que la inocente Natasha que creó sigue ahí, no soportaba la idea de no ser más el soporte de ella, que ya no dependiera más de sus concejos.

—Pensabas que nunca se iba a enamorar de alguien, ¿no? —volvió a hablar— Lo que quieres es que ella siga apegada a ti, porque de otra manera, tomaría el control total de tu cuerpo para hacer lo que quiere.

—Es lo que quiere hacer —afirma—, yo también quiero vivir mi vida, eso de andar en una vida nocturna no me gusta.

—Así lo quisiste, Adeline —replicó la mujer, quería hacerla entrar en razón—, hiciste que ella viviera por ti todo este tiempo, ahora quiere vivir por ella. O la dejas ir, o permites que vuelva a su vida.

Se encontraba en un dilema, quería que Natasha fuera feliz, pero no quería que eso implicara olvidarla. El egoísmo de tenerla solo para ella estaba dominando su razonamiento.

—Si aceptas tenerla de vuelta, deberás irte tú... para siempre —sentenció, en un tono de voz que daba a entender la seriedad del asunto.

Adeline se levantó del sofá con molestia.

—Ya basta, Jenny —espetó—, ahora quieres que Natasha sea feliz.

—Yo quiero que mi hermana sea feliz —se defendió enseguida—, pero si eres feliz cuando ella lo es, no tengo otro remedio que persuadirte en esta decisión que has tomado.

Jenny siempre ha odiado a Natasha, desde antes de conocerla, porque siempre eran ellas dos, pero después comenzó a ser, Natasha y Adeline. Las dos hermanas sienten celos de personas diferentes, pero a la vez de la misma, ninguna quiere perder la atención que tenían, lo complicado del asunto deja confundido a cualquiera.

—Ya ha pasado un año desde que los alejaste —volvió a alegar Jenny—‚ y tú al igual que ellos, estás mal.

—Esa maldita mujer, todo esto es su culpa —increpó Adeline, refiriéndose a Hanna—, solo vino a arruinar todo lo que me ha costado construir, ¡y no puedo creer que tú la apoyaras en eso!

Jenny dejó su carpeta a un lado para ponerse de pie también, no le gustaba pelearse con su hermana, y últimamente era lo que más hacían.

—Ella es nuestra madre...

—¡Esa mujer no es mi madre! —se apresuró a interrumpirla— Le dices madre después que nos abandonó en un maldito orfanato en la madrugada... ¿qué te pasa, Fer? Dejaste que te lavara la cabeza con mentiras.

—Ada...

—Maldita sea, he estado a punto de tener sexo con mi hermano —se acercó a ella como si quisiera hacer entender sus palabras—, lo he besado... me ha tocado, Fer.

—No eras tú.

—¡Cambia el hecho de que es mi sangre! ¡Usa la puta lógica y deja de pensar con el corazón!

Tomó su cartera y salió molesta del consultorio, ni siquiera esperó sus pastillas, no quería estar cerca de su hermana, aunque fuera una profesional, se había salido de su trabajo.

A penas salió del lugar, respiró hondo tratando de calmarse, cada vez estaba peor. Se subió a su auto y cerró los ojos.

—Háblame, Nash —suplicó en un susurro—. Ya no quiero estar sola, por favor.

Se había ido de la ciudad lejos de la familia que creía suya, lo único que la mantenía ocupada era su trabajo. Se mudó con su hermana y, a pesar de estar juntas, seguía sintiéndose sola, tan sola que ya sopesaba la idea de que rondaba por su cabeza... dejar que Natasha se adueñe de su cuerpo.

La historia no había terminado bien para ninguno, el ansiado final feliz que querían, no se cumplió, en su lugar, solo es un final con punto suspensivo... 

Los secretos de Tyler HendersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora