Capítulo 37

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TYLER.

Ella lo hizo, no dudó a la hora de lanzar el encendedor, no mostró arrepentimiento cuando escuchó los gritos.

No sé si sea el dolor de la pérdida o esta ha sido su verdadera forma de ser todo este tiempo. Me sorprende cada cosa que descubro de ella, es tan buena mintiendo y fingiendo no saber nada.

El que supiera quién era Ben todo este tiempo me deja atónito, no deja de sorprenderme con todo lo que hace o dice. Desde un principio sabía que detrás de esa dulce mirada no se escondía una santa, y tenía razón en ello.

No ha dicho una palabra desde que salimos del hospital, temo que siga pensando cosas malas, es raro ver cómo su propia mente juega en su contra, la hace pensar cosas que no son, parece que la controla para que diga y haga lo que no quiere.

No creo que esté loca, todos tenemos nuestros demonios internos que son liberados cuando nos toca pasar por algo doloroso y traumático.

—¿Estás bien, Lee? —pregunto, porque parece que no está aquí conmigo.

No responde, sigue con la vista en la ventanilla sin dar señales de haberme escuchado. Extiendo mi mano libre para agarrar la suya y se echa para atrás con el cuerpo tenso, me mira y se relaja otra vez, baja la mirada a mi mano extendida, aceptándola al fin.

—¿Qué tienes? —la miro extrañado por esa reacción.

Últimamente siempre está alerta ante cualquier contacto, incluso si es un mínimo roce.

—Nada —niega con la cabeza jugando con mis dedos.

Vuelvo mi vista al frente sin estar muy convencido de eso, cada que dice que no pasa nada, sé que le está pasando todo, pero no lo admite.

Me sigue pareciendo extraño verla así, ya me había acostumbrado a la Natasha que no deja de decir todo lo que se le cruza por la mente, con una energía igual al de un niño de cinco años, que a cada cinco minutos tenía hambre y no se avergonzaba de repetirlo.

Ahora ni siquiera quiere beber agua, me preocupa el desinterés que está teniendo hacia su salud.

Detengo el auto frente al almacén todavía con mi mano siendo sostenida por Natasha, continuó jugando con ella todo el camino sin volver a pronunciar una palabra.

—Ya llegamos —anuncio, pero no recibo respuesta nuevamente—, Natasha...

Me está inquietando estos silencios que tiene, quisiera saber qué tanto pasa por su cabeza cada que se sumerge en sus pensamientos.

—Natasha —vuelvo a llamarla, está vez alejo mi mano para que reaccione.

Parpadea un poco mirando a su alrededor, después me mira con la misma falta de expresión que ha mantenido desde que salimos.

Me quito el cinturón para bajar del auto, no creo seguir teniendo paciencia para lidiar con esto, sea lo que sea que tiene en la cabeza me la está robando, me está quitando a mi escritora.

—Tyler... —me detiene antes de poder bajar— lo siento, de verdad lo siento.

Baja la mirada afirmando su agarre en mi brazo.

—Te estás cansando de mí, ¿verdad?

Levanto su barbilla para que me mire, tiene los ojos aguados y su labio inferior tiembla ligeramente. Odio que piense esas cosas, porque siento que no me creería si le dijera lo contrario.

—Nunca me cansaré de ti, estés como estés, jamás lo haré... ¿me oyes?

—Sí...

—No, no lo haces —tomo sus manos mirándola fijamente—. ¿Por qué crees que me cansaré de ti? ¿Te he dado indicios para que creas eso?

Los secretos de Tyler HendersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora