Capítulo 24

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19 de Agosto, 2014.

BEN.

Coloco la última prenda en mi maleta antes de cerrarla para salir de la habitación. Las voces de mis padres se escuchan en la oficina, molestos, últimamente se la pasan discutiendo más de lo normal.

—¡Esa mierda fue la que llevó a nuestro hijo a la muerte! —exclamó mi padre seguido de un golpe en la pared— Lo mimabas demasiado, no reprendías sus actos imprudentes, ahora mira.

—Esos tipos se confundieron, John no era su objetivo...

—¡Quita el hecho de que se haya metido en una pandilla! ¡Dime, Hanna!

Cierro los ojos empuñando el borde de la maleta en mi mano, toco la puerta con mis nudillos antes de abrirla.

Mi padre está sentado en el sofá, se ve mal, tiene barba de meses, su cabello está más largo de lo común y sigue pálido por no estar comiendo bien. Mi madre en cambio está arreglada, luciendo tan implacable como siempre.

—Volveré para... ir al cementerio el día previsto —anuncio con voz monótona.

—Ya que vas a empezar tus pasantías en la clínica, puedes quedarte con...

—No es necesario, padre —lo interrumpo antes de que siga—. Me he comprado un apartamento cerca de la universidad, no me siento bien compartiendo habitación con alguien más.

«Que no sea mi hermano»

—Bien... llámanos en cuanto llegues y... —mira a su esposa con desdén— llámanos seguido, por favor.

 —Está bien, papá.

Me giro sin despedirme como debería, sostengo el asa de la maleta para poder bajar las escaleras con ella en mano.

Observo con nostalgia la casita en el árbol que está junto al garaje, tantas cosas que hicimos ahí, peleas, juegos, tareas... son muchas cosas que compartí con mi hermano. Nunca había sentido tanto dolor en mi vida, ni siquiera cuando perdí a mi mejor amigo.

Johnny era todo, siempre estuvimos juntos, nos apoyamos en los momentos donde nos hacía falta la atención de nuestros padres, los cuales estaban demasiado ocupados viajando para recordar que tenían hijos adolescentes.

Ya casi cumplirá un año de haberme dejado, no creo superarlo ni en meses, años o lo que me queda de vida. Sé manejar mis sentimientos, reprimirlos en el momento adecuado, aunque mi hermano era mi hermano, no era tan santo como parecía, si me hubiera escuchado no estaría bajo tierra.

Estaría junto a mí, de camino a nuestro apartamento para ir a clases más tarde. 

Dejo la maleta en el maletero, entro al auto cuando mi teléfono vibra en mi bolsillo, lo saco encontrando un mensaje de mi ex compañero del colegio.

«Lo están ocultando, pero llevaron a Tyler a un centro de rehabilitación».

Ignoro el mensaje llevando mi mano a la palanca de cambio, vuelve a sonar.

Maldito chismoso.

«Y Abigail también se fue después del entierro de sus padres».

Tiro el teléfono a un lado mientras giro el volante para salir de la mansión, lugar donde están todos mis recuerdos con mi hermano, donde algún día fuimos una familia feliz.

Los problemas de otros me valen mierda, pueden matarse si quieren. Lo único que me importa ahora es terminar mis estudios para comenzar a trabajar en lo que podría sacarme de este pozo de tristeza, luego me encargaré de él y lo voy a volver más mierda de lo que está.

Los secretos de Tyler HendersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora