Capítulo 33

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NATASHA.

Maldito Tyler, dónde carajos se metió. Como le gusta hacerme enojar.

—Natasha, quédate tranquila —intenta tranquilizarme Anne.

Solo estoy pendiente a la puerta en espera de que aparezca el idiota. Estoy sentada en la recepción de la clínica esperando mi turno con el doctor, Anne debía ir a trabajar en otro caso, pero decidió acompañarme.

Que detallista.

—Voy a vomitar —anuncio, sintiendo como la ansiada recorre mi cuerpo.

Qué habrá pasado para que Tyler no viniera como prometió que vendría. Me molesta hacer esto sola, tengo miedo que el doctor me diga que no he estado comiendo bien y que eso podría afectar a mi bebé.

Deja de pensar barbaridades.

—Vamos, Nash —Anne me rodea con sus brazos cuando llevo mis manos a mi cara—. No pienses en cosas malas, todo va a estar bien.

—Tengo mucho miedo de no hacer esto bien —susurro, pegando mi cabeza en su pecho.

—No digas eso, no dejes que la ansiedad te domine.

He sido demasiado irresponsable, cómo pretende que tome esta responsabilidad tan grande, no sé si lo pueda hacer bien, quiero tenerlo, pero tengo mucho miedo.

—Señorita Brown —me llama la enfermera.

Miro a Anne que pasa su mano debajo de mis ojos para limpiar los rastros de lágrimas, me da una sonrisa de apoyo apretando mi mano entre las suyas.

Camino hacia la chica que me espera frente al consultorio, sostengo la cartera con fuerza para tomar valor y no volver corriendo a mi departamento. Me giro hacia la entrada una última vez como si así fuera a aparecer Tyler por la puerta.

Entra de una vez, que el idiota no vendrá.

Hago caso a mi subconsciente y entro al lugar, el doctor está detrás de su escritorio mirando unos papeles sobre este. Al verme sonríe cálido, es un señor de unos cuarenta años, su aire de familiaridad no me permite sentirme incómoda.

—Nos volvemos a ver —me extiende una mano la cual acepto—. Espero no haya hecho caso omiso a mi petición la semana pasada.

Tomo asiento frente al escritorio sonriendo con culpabilidad, pues los chocolates y comida chatarra han sido mi tentación en estos días.

Me hace las preguntas que me hizo la primera vez, sobre si he estado teniendo algún problema, si he tomado las vitaminas que me recomendó y esas cosas. Después procede a tomar mi presión.

Cuando llega la hora de acostarme sobre la camilla, me pongo nerviosa sin poder evitarlo, estaba esperando por fin tener a Tyler aquí sosteniendo mi mano mientras vemos cómo está nuestro bebé.

Fantaseas demasiado, por eso las cosas no pasan.

Bueno, es hora que me des apoyo, no que me reclames.

—Está nerviosa otra vez, ¿no? —me mira con una sonrisa.

—Sí, un poco —concuerdo, mirando la pantalla donde se verá la ecografía.

—¿Recuerdas que te mandé a hacer una prueba de sangre?

—Sí, ¿pasa algo?

Al ver mi reacción se apresura a sonreír.

—Tranquila, todo está bien —afirma—. Ya está listo y solo quiero saber cómo está el feto.

Que bestial, dígale bebé.

Los secretos de Tyler HendersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora