Los secretos de Tyler Henderson

Capítulo 9

NATASHA.

Se fue.

No le importó.

Estuvo tan cerca de hablar, su mirada vacilante cuando me miró a los ojos me confirma que sí me esconde cosas. Pero ya no estoy para mendigar respuestas ni atención de su parte. Aún tengo suficiente dignidad.

Cuando desperté, sentí que había vuelto de un sueño profundo en el cual no recuerdo nada, pero si recuerdo las voces de las personas a lo lejos y aunque, no sabía que decían, los distinguía con facilidad.

Y puedo jurar que escuchaba la voz de Tyler, pero mi madre mencionó a las personas que me habían visitado y a él no lo nombró. Tampoco pregunté si había venido, no quiero saber de él. Si solo está para lastimar con sus palabras y tratarme como si fuera mierda, no lo necesito en mi vida.

Salgo de mis pensamientos cuando mi madre entra sonriendo feliz.

Si ella se ve tan pálida como un vampiro no me quiero imaginar como estaré yo. Luce tan cansada y las ojeras debajo de sus ojos parecen dos galletas de chocolate sobre un papel.

Me siento culpable por verlos así. Si no hubiera estado de estúpida porque me rompieron el corazón, no estaríamos en este hospital.

—Anne y Henry ya están aquí —anuncia, acariciando mi cabeza con una mirada de ternura—. Fueron a la cafetería por el desayuno.

Sonrío mirando el gran peluche de panda que me trajo Keith.

—Ya me quiero ir de aquí —hablo, haciendo un puchero infantil.

—Eso lo decide el doctor, cariño —responde, ladeando un poco la cabeza.

—¡Pero yo estoy bien! Cuando desperté solo estaba mareada y no tenía muchas fuerzas, pero estoy mejor.

—No me vas a convencer —se limita a decir, sentándose junto a mí.

Gruño cruzandome de brazos mientras la miro con los ojos entrecerrados.

—El olor del hospital me da mareo y vértigo —miento para convencerla.

—Usaste dos justificaciones, estás mintiendo —afirma, y yo me doy por vencida.

En ese momento entra la señora Henderson con una sonrisa. La miro fijamente pensando en si tiene algo que ver con lo de Tyler, pues se comportó de manera extraña cuando entró a la habitación y vio que su hijo estaba hablando conmigo.

Deja de pensar idioteces, Natasha. Estás pensando mucho en él y eso no fue lo acordado.

Decido hacerle caso a mí yo interno y le sonrío de vuelta.

—Ya no estás mareada, ¿verdad? —pregunta, sentándose al borde de la cama.

—¡Estoy muy bien! Me siento con energía y con ganas de empezar mi libro —afirmo con entusiasmo, mirando a mi madre.

—Eso lo decidirá el doctor —reitera sin inmutarse.

—¡Mamá!

—El doctor no puede dejarte ir hoy después de haber despertado de un coma, Nashi —interviene Mery, con una sonrisa divertida.

—Pero yo ya me siento bien —miento por segunda vez, mirándolas.

—¿Ya decidiste si quieres hacer una fiesta o celebrar tu cumpleaños con una cena familiar? —inquiere mi madre, ignorando mis quejas.

Lo pienso unos segundos en los que ella espera mi respuesta.

Estaba tan emocionada por mi cumpleaños hace unos meses que tenía a mi madre irritada de tanto planear una fiesta, pero el mal sabor que me dejó esto me ha quitado todas las ganas.