Capítulo 6

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NATASHA.

Termino de secarme el cabello y coloco el secador sobre el lavamanos del baño. Me hago un moño que parece más el nido de unos pájaros que mi cabello, hago una mueca delante del espejo y me encojo de hombros dejándolo así.

Loca ya te ves.

Salgo del baño ya cambiada y me dirijo a la puerta para ver si Tyler ya terminó. Abro la puerta y lo veo apunto de bajar por las escaleras con expresión seria.

Me analiza y cuando llega a mis pies con mis pantuflas de unicornio desvía la mirada continuando su camino hacia las escaleras.

Sonrío un poco porque sé que le parece infantil.

—Oye, ¿Ya te vas? —pregunto, siguiéndolo.

—Sí —responde, secamente y mi sonrisa se borra al instante— Dejé mi ropa en la secadora, luego la mando a buscar.

—Tyler, detente —le ordeno, frunciendo el ceño por su repentina actitud, lo tomo del brazo haciendo que se detenga— ¿Qué te pasa?

Lo tomo del rostro para que me mire y la mirada tan fría que me da hace que frunza más el ceño soltando su brazo.

—¿Hice algo mal? —inquiero nerviosa, mordiendo mi labio inferior.

Desde que lo conozco nunca lo había visto así, y me asusta.

—Sí, haces todo mal, Natasha.—responde fríamente, su tono y su mirada me hacen sentir pequeña— Desde que vine aquí te la pasas molestándome y queriendo entrar en mi vida. Concéntrate en terminar tus clases con mi madre, tus miedos e inseguridades me valen mierda —escupe tan tranquilo que me duele el pecho por sus palabras.

Mi labio inferior comienza a temblar y mi vista se nubla anunciando las lágrimas retenidas.

—¿Por qué me dices eso ahora? —susurro, tragando saliva con dificultad.

—Solo quería acostarme contigo, pero siempre hay una interrupción —aclara con indiferencia, juro que me duele el pecho por estás palabras— Aguantarte tanto tiempo fue un reto, pero lo vales —me mira de arriba abajo con una sonrisa insinuante.

El nudo en mi garganta me dificulta la respiración, desvío la mirada apretando el borde de mi pantalón en un intento de mantener la compostura.

—No es cierto —susurro, tratando de convencerme de que él no puede pensar eso, aún sabiendo que sus palabras se ven sinceramente frías.

—Soy una persona directa, ¿recuerdas? —afirma, tomando mi rostro para que lo mire— ¿Por qué querría estar contigo? Tus inseguridades te dominan y no eres el tipo de mujer que quiero a mi lado.

Me duele, porque sé que tiene razón, las lágrimas salen sin permiso y siento mi respiración más pesada que antes. Él solo me suelta mirándome con indiferencia. Termina de bajar las escaleras yendo hacia la puerta principal tranquilamente, como si no hubiera dicho todo eso.

Corro a mi habitación a buscar mi inhalador, voy hacia el balcón y lo veo parado junto al coche mirando algún punto de la calle, decido no mirarlo mientras inhalo pausadamente.

Escucho el sonido del auto dar la vuelta y tiro el inhalador contra la puerta con furia. Grito mentalmente tirando todo lo que encuentro. Siento un vacío en el pecho y comienzo a soltar todas las lágrimas retenidas.

No merecía esto, juro que no lo merecía. Sus palabras queman y retumban en mi cabeza, toco mi pecho sintiendo un dolor que solo sentí una vez por algo, pero no sé qué, solo está ahí como un vacío.

No pienses en eso, maneja tu respiración y cálmate.

Escucho la puerta abrirse, pero no le presto atención, siento unos brazos a mi alrededor y el perfume de lavanda de mi madre entra por mis fosas nasales.

Los secretos de Tyler HendersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora