Capítulo 27

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NATASHA.

Llevo setenta y dos horas sin hablar con Tyler. Tres malditos días en los cuales solo me pregunta cómo estoy o cómo me está yendo en el congreso.

Odio esto, nuestras peleas no duran tanto tiempo. El que otras personas estén interfiriendo en nuestra relación me molesta, se supone que debemos arreglar las cosas entre los dos, pero cada vez se hace más difícil teniendo en cuenta que la autora fui yo, dos veces.

Si de mentir se trata, lo hacemos los dos, pero debo admitir que Tyler nunca me ha mostrado una personalidad diferente a lo que es en realidad, siempre se muestra como es sin importar si lo voy a aceptar o no, es libre, algo que yo no puedo ser.

Cuántas vece no lo he intentado, alejarme de mi padre para tener mi propia vida, ser como quiero ser sin restricciones, sin miedo a ser juzgada por mi comportamiento de libertinaje.

Maldita sea, me siento carcelera en mi propio cuerpo, siento que no soy yo la que está pensando, hablando o haciendo cualquier cosa. Me falta algo, me falta lo que no permito que pase por ese maldito miedo que me consume cada segundo.

—Las nuevas plataformas a veces son más de entretenimiento que de aprendizaje, no creo que sea correcto un apoyo tan grande —cuestiona uno de los directores.

Me aclaro la garganta para responderle.

—No creo que el esfuerzo de las nuevas autoras sea más para entretenimiento, hay que admirar su imaginación, su valentía por mostrar su talento ante las personas.

Gira su cabeza para mirarme, ya que es la primera vez que hablo desde hace una hora que estamos aquí.

—Entonces, ¿cree usted que es bueno que la tecnología supere el papel? Porque ahora no todos sostienen un libro en sus manos, todo se busca por medio de internet —objeta, sin apartar sus ojos de mí.

—Estoy de acuerdo con usted, pero el punto está en que no todos son así, hay personas que se vuelven adictas a la tecnología y olvidan lo que hay alrededor, otras saben cómo usarlo sin excederse a lo obsesivo. Lo que quiero decir, es que a veces se usa para informarse y no solo para entretenerse.

Se mantiene en silencio, ahora tengo la atención de todos y eso me pone ansiosa.

—Como puede notar —continúo—, hay muchas personas dentro de esa plataforma que leen sin ser obligados por un profesor o padre, a veces esperan el libro en físico, un libro que les haya gustado, enseñado algo nuevo en sus vidas, eso es bueno para una escritora que acaba de ingresar, ya que su esfuerzo no es en vano y puede mostrar muchas cosas por medios donde hay millones de personas a diario. El internet no siempre es malo cuando se le da un buen uso.

Si usaras esa manera logíca para pensar a diario, serías menos idiota.

Silencio, me esfuerzo.

—Tiene toda la razón —me apoya una mujer al otro lado de la mesa—. Han incrementado mucho las visitas a bibliotecas y librerías.

Comienzan a hablar entre ellos y yo me levanto para ir al baño. No estoy disfrutando del todo esto como pensé que lo haría.

Tengo hambre, otra vez. ¡Por qué tengo tanta hambre por Dios!

Seguro es por el estrés, sí... eso debe ser.

La indiferencia de Tyler me tiene estresada, el día de lo ocurrido no durmió en casa, tampoco el domingo, el lunes ni siquiera se apareció para despedirse de mí. Maldito idiota, tampoco es para tanto.

Solo escribe la misma monotonía y después se desaparece.

Termino de echarme un poco de agua en la cara porque parezco un maldito papel, tomo la toalla de mi cartera para secarme la cara con el mismo desanimo que tiene mi cuerpo. No tengo ánimo, no tengo fuerzas para sostenerme sobre mis pies, por eso odio estar deprimida.

Los secretos de Tyler HendersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora